El sudor es un fluido corporal secretado por las glándulas sudoríparas que se expulsa a través de la piel. Está compuesto por agua, sal, minerales, sustancias orgánicas, lactato y urea.

Se trata del mecanismo natural del organismo para regular la temperatura corporal, ya que su evaporación desde la piel reduce la temperatura. Pero también cumple la función de eliminar toxinas.

Lo más frecuente es que el sudor se produzca de manera preferente en las axilas, los pies y las manos, aunque se puede extender a toda la superficie de la piel, especialmente ante temperaturas elevadas del ambiente o frente a la práctica de ejercicio intenso, pues da lugar a un incremento de la temperatura corporal.

Y es que, al hacer deporte o en verano el exceso de calor se contrarresta evaporando agua por las glándulas de la piel, que es capaz de transpirar y eliminar el calor.

Otros factores que pueden desencadenar la transpiración son la ansiedad, el miedo, la excitación, las comidas picantes, el consumo de alcohol y cafeína o algunos fármacos.

Hay veces en las que la sudoración aparece de manera aleatoria, por motivos completamente diferentes a la temperatura. En esos casos se habla de sudoración patológica, hiperhidrosis primaria o sudoración emocional.

LA SUDORACIÓN PATOLÓGICA

Aunque se desconocen los mecanismos más íntimos que la producen, se sabe es que hay factores emocionales implicados en su aparición. Por ello, los pacientes que sufren hiperhidrosis primaria nunca sudan cuando están dormidos. Son personas que, a lo largo del día, aunque sea invierno, sudan por las axilas, las plantas de los pies o las palmas de las manos. Sin embargo, cuando duermen, el pijama por la mañana está completamente seco.

Es una sudación que tiene un componente emocional muy importante. Se desencadena por estímulos de estrés, ansiedad, por tener que hablar en público o que relacionarse con los demás.

LAS PERSONAS QUE SUDAN POR LA NOCHE

En el otro extremo, están los trastornos del sueño que causan sudores nocturnos. El más común es la apnea del sueño. Al esforzarse más de lo normal para respirar durante el sueño, se produce un mayor esfuerzo en la respiración. Cada episodio de apnea también puede provocar una explosión de cortisol, la hormona del estrés natural del cuerpo, para impulsar la respiración normal.

En los niños, los trastornos respiratorios del sueño se pueden manifestar en un sueño sudoroso e inquieto. En el caso de las mujeres, pueden tener una mayor incidencia de sofocos durante el sueño si están en plena transición a una menopausia temprana. Además, las pesadillas y la ansiedad generalizada también pueden provocar ataques de pánico y sudoración durante el sueño.