El entrenador personal de COPE, Paco Dávila, nos enseña a liberar el cuerpo, la mente y las emociones antes de descansar. Así tendremos un sueño profundo y sanador. Para empezar debes realizar una respiración lenta y profunda, reteniendo el aire unos instantes. Ese aire debes dirigirlo con la mente a todo tu cuerpo. Libéralo poco a poco por la boca, y, junto con este aliento, toda la tensión acumulada.

Una vez hayas liberado la tensión, respira normalmente. Vuelve a inspirar nuevamente, siente cómo te relaja, te sana, y desconecta el exceso de control de tu cuerpo. Debes notar cómo tu respiración fluye suavemente sin resistencias.

Ahora, vamos a dedicar unos instantes a agradecer a nuestro cuerpo todo lo que hace por nosotros: lo que has podido caminar con tus piernas, tocar con tus manos, lo que has podido oler y saborear. Así le mandas a tu cuerpo un mensaje de gratitud, amor y liberación.

Sigue respirando profundamente. Retén el aire nuevamente unos instantes, llevándolo a tu mente. Deja que ese aire inunde tu mente de calma y serenidad y libéralo poco a poco por la boca. Siente cómo tus pensamientos se van con ese aire. Suelta todo control. Libérate por completo. Expande tu ser y vuelve a respirar normalmente, sintiendo cómo todo va cediendo.

Ya lo vas sintiendo en los brazos, las piernas, el tórax, la cabeza, el cuello... la respiración está acariciando todo tu ser, instalándote en el “aquí” y el “ahora”. No hay nada que hacer, nada que pensar, nada que sentir, excepto la expansión de tu respiración por todo tu cuerpo.

Inspira y expira facilmente sin resistencia. Abandónate a este momento. Tu momento. Único y sólo para ti. Disfrútalo. Percibe tu mente, limpia y clara, instalada en la quietud. Vacía de pensamientos, libre y sosegada. Da las gracias a tu mente por todo lo que ha hecho hoy por ti. Agradece tu creatividad, tu ingenio, tus ideas. Todo ese poder creativo que te aporta tu mente. Tras esto, dale permiso a tu mente para descansar.

Observa el vacío sanador que permite que entres en un estado de tranquilidad, expansión y facilidad. Inhala de nuevo y vuelve a retener el aire, llevándolo a tu corazón, tus emociones. Deja que se impregne de oxígeno, de vida, de serenidad y de quietud. Exhala y suelta toda la intensidad del día. Suelta las emociones y sensaciones de intensidad. Y vuelve a respirar con normalidad.

Lo estás haciendo muy bien. Relájate. Dedica unos instantes a agradecer tus emociones, las que te dan la información de lo vivido y te permiten elegir tu camino. Acéptalas. Dirige a ellas mensajes de profunda aceptación.

Ahora simplemente respira suave y cariñosamente, dejando que cada aliento de aire te conduzca a una profunda serenidad. Deja que la paz interior inunde tu ser. Lo estás notando en tu cuerpo. Sigue respirando suave, prolongada y conscientemente. Todo esto te lleva a un estado mayor de paz y tranquilidad. Gracias por ser capaz de observar todo lo que tienes en ti. Y llevarlo a una situación de relax. Gracias por dedicar tiempo a esta meditación.

¡Dulces sueños!