El diplomático Inocencio Arias fue embajador de España en la ONU durante siete años, entre 1997 y 2004. Uno de los episodios más duros que le tocó vivir en el cargo fue en el año 2003, cuando el Gobierno de España, bajo las órdenes de José María Aznar, optó por apoyar una invasión en Irak por parte de EEUU. En alguna ocasión, Arias ha confesado que en aquellos meses “le subió el azúcar y desde entonces los índices de glucemia no me bajan.”

Bromas aparte, el exembajador reconoce que fue su momento más delicado: “Yo tenía que defender una decisión con la que podía, o no, estar de acuerdo. Pero era una decisión legítima, apoyada por el Parlamento. Eso es algo que la izquierda olvida con frecuencia. De hecho, se inventaron, con Zapatero al frente, un relato sobre el conflicto, como que las armas de destrucción masiva las había creado de manera chapucera los de la foto de las Azores (Bush, Blair y Aznar), cuando es mentira. Claro que existían. Sadam Hussein las había empleado. Bien es cierto que Bush no solo lo creía, sino que también le interesaba creerlo para propiciar la invasión.”

Inocencio Arias va más allá, y califica de “grotesco” que, tras la victoria electoral en 2004 de Rodríguez Zapatero, tomara la decisión de retirar las tropas de Irak bajo el pretexto de que la tarea que desempeñaban era ilegal: “Es rotundamente falso. Tras acabar la guerra, la ONU votó sobre lo que se debía hacer en el país, y se aprobó que las tropas extranjeras, incluida la española, debían permanecer en Irak para que el territorio no se desestabilizase. Por eso, cuando Zapatero me sacó de la Embajada, en algunos de los coloquios que impartí en España, muchos me recriminaban que defendiera una guerra que atentaba contra el derecho internacional y que había sido prohibida por la ONU de manera expresa, cuando realmente era justo lo contrario. Se apoyó que hubiera tropas en Irak.”