A Lorenzo Albadalejo se le escapa una sonrisa cuando le preguntan por su compañera de entrenamientos, Desirée Vila: "A ella la conocí en el campeonato de Europa. Me contó su situación, su historia, que venía aquí. La animé a que entrenara, a que se uniera a mi entrenador y a mí en un proyecto muy chulo que tenemos de cara a los Juegos de Tokio 2020".

Encontrar personas en una situación parecida a la suya, que afrontan el día a día con ilusión y alegría ha sido fundamental para que Desi recupere la sonrisa y se lance a la aventura de luchar por llegar a Tokio 2020. Para ella, su amigo Lorenzo es un apoyo fundamental: "Nos complementamos. Los dos tenemos nuestras manías y tenemos los dos muchísimo carácter. Los días que a mí me cuesta más, él me está animando y al revés. Siempre nos apoyamos mutuamente".

Esas diferencias les ayudan a motivarse mutuamente y a aprender el uno del otro: "Ella está empezando su carrera deportiva y yo estoy terminando la mía. Entonces, yo creo que es el contraste perfecto entre la ilusión, las ganas de tirar adelante, incluso a veces más adelante de lo que deberías".

Ese ímpetu y esa energía de Desi es una de los rasgos de su personalidad que más te marcan cuando compartes su día a día: "Definir a Desi no es fácil. Yo diría que es como un relámpago: hay veces que te llama la atención, hay veces que te gusta y hay veces que te da miedo. Tú la ves y dices, bueno a ver qué me toca hoy de Desi. Lo mejor que tiene ella es la naturalidad. Es lo que ves, no hay nada detrás".

A pesar de su creciente fama y de estar convirtiéndose en un referente para muchos jóvenes deportistas, Desirée sigue siendo la misma chica que daba volteretas en los parques de Vigo para sorpresa de sus vecinos: "Yo le decía: 'Que todo lo que te está pasando no te cambie y no dejes de ser tú'. Y por suerte, no le está cambiando".