"Una mirada de sentimiento, una mirada de agradecimiento". Así define el torero Juan José Padilla la suya rociera. "Yo tuve siempre una gran devoción por la Virgen del Rocío, ya muy niño tuve la posibilidad de visitarla en muchas ocasiones con mi familia; luego, con un amigo empresario de Jerez, tenía la oportunidad no sólo en la semana de Romería sino en cualquier épcoa del año". Y ello es así al punto que su experiencia más singular no es precisamente en la Romería de Pentecostés, tan presente siempre en su mente, sino a una peregrinación que reúne a un importante grupo de toreros desde hace treinta años.

Cruzar los 50 kilómetros de la vía pecuaria por el Parque Nacional de Doñana, desde Sanlúcar de Barrameda, en única jornada que comienza a las ocho o nueve de la mañana cruzando la desembocadura del Guadalquivir desde Bajo de Guía y los tiene ante Nuestra Señora del Rocío sobre las cinco de la tarde. "Para dar gracias por la temporada, en esos contextos espirituales y religiosos, con los compañeros que hemos estado durante toda la temporada disfrutando de nuestra profesión, llegando a plazas de toros de mucha responsabilidad, unas veces triunfando, otras fracasando, otras pagando con sangre nuestra exposición delante de un todo".

Así, la presencia de la Virgen del Rocío, en la capilla itinerante que lo lleva de coso en coso, se convierte en una referencia: "Y, según la vida va concibiendo esos compromisos tan grandes, pedimos mucho a la Blanca Paloma" dice quien recuerda que también ha acudido a verla por la playa en bicicleta, desde Malndar hasta Matalascañas y, por supuesto, en Romería aunque casi siempre para hacer el camino de vuelta con los rocieros sanluqueños o los jerezanos. De hecho, siendo natural de Jerez de la Frontera reside en Sanlúcar de Barrameda. Sus respectivas hermandades del Rocío son dos de los referentes más importantes de esta zona.

"Las tradiciones son leyes, y las leyes son sagradas" asegura Padilla para quien, además de las experiencias con los compañeros de profesión taurina, "hay muchísimos amigos que tenemos la oportunidad de poder ir al Rocío, tener una misa juntos, poder disfrutar de un día de hermandad, eso lo hemos disfrutado muchísimo". Está casado con Lidia Cabello y es padre de Paloma y Martín a quienes "yo les intento inculcar y ellos siguen ese camino". El del padre de estos chavales es el caso de un hombre curtido en el dolor y la superación. Las 39 cogidas sufridas, muchas de ellas graves y muy graves, acrecientan su fervor. Y se le nota.

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