• Viernes, 19 de abril 2024
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CRÓNICA DE UN CESE

Una expulsión que agravó la crisis

La sanción de tres partidos impulsó a los dirigentes a prepararse para el cambio. Tras unos días de reflexión, el club vio "muy necesario" el relevo.

Arnau y Rozada, en las instalaciones de El Requexón tras la llegada del director deportivo.

Arnau y Rozada, en las instalaciones de El Requexón tras la llegada del director deportivo.

Carlos LlamasFoto: @RealOviedo

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 22:50

El tiempo de reflexión en el Real Oviedo, finalmente, se extendió hasta el martes. Aunque desde el club se transmitió un mensaje de tranquilidad en el inicio de la semana, con Javi Rozada dirigiendo dos entrenamientos, los dirigentes se han decantado por un nuevo cambio en el banquillo, el primero que aborda Francesc Arnau desde su llegada.

En la noche del sábado, tras la derrota contra el Alcorcón, el Oviedo estudió el relevo en el banquillo. A última hora, los dirigentes respondían a los periodistas descartando un cambio de entrenador. En los minutos posteriores al partido, Javi Rozada se vio fuera. Tras la rueda de prensa en el Tartiere, acudió al encuentro con el Consejo, Federico González y Francesc Arnau. Allí, sin embargo, tras una larga charla, Rozada fue confirmado para el siguiente partido. El entrenador, eso sí, fue advertido de la preocupación existente en el club y de su compleja situación al frente del equipo.

Ya el lunes, Arnau y Federico González se acercaron a los periodistas que cubrían la sesión de trabajo del equipo en El Requexón. Sin citar de forma expresa a Rozada, el mensaje de tranquilidad que se transmitió dio a entender que el técnico, que ya preparaba la visita al Lugo, se sentaría en el banquillo del Anxo Carro. Pero, tal y como se ha comprobado, en esos momentos el club continuaba barajando otros escenarios. Tal es así que en la misma noche del lunes ya se estaba ultimando el acuerdo con el nuevo entrenador. Desde días antes, sobre todo tras la expulsión de Rozada en Vallecas, la dirección deportiva estudió el mercado de entrenadores y elaboró un plan por si se adoptaba la decisión de cambiar de técnico, con la dificultad de conseguir el 'ok' de algún entrenador deseado en una situación tan límite y con menos opciones disponibles a estas alturas del curso. 

En todo este proceso, además de la dinámica del equipo —solo dos victorias en las últimas diez jornadas, el triunfo contra el Albacete Balompié había evitado una posible destitución—, un hecho también ha sido muy relevante en el desenlace de la etapa de Rozada en el primer equipo. La segunda expulsión de la temporada, en el Estadio de Vallecas tras una enérgica protesta al árbitro, provocó un gran enfado en el club. Así se lo hicieron saber al entrenador, que no pudo estar en el banquillo el pasado sábado y que se enfrentaba al mismo escenario en las dos próximas jornadas. El Oviedo se fue de Vallecas con un buen empate, pero con el entrenador más cuestionado que nunca dentro de las oficinas del Tartiere. Horas después, Arnau respondió que "hay que afrontar las consecuencias de lo que se hace", sin mostrar un apoyo directo al preparador ovetense.

En un momento clave de la temporada, el Consejo y la dirección deportiva entienden que el técnico tiene que estar cerca de la plantilla. La derrota contra el Alcorcón acentuó esa convicción. Con la permanencia en juego, todo factor negativo alimenta la situación de crisis. Tras valorar todos los pros y contras, y tras recibir el visto bueno a la oferta azul por parte del próximo entrenador, desde el club, con Arturo Elías en consonancia con la decisión, entendieron que el cambio era "muy necesario” en una situación de máxima urgencia.

La relación entre Arnau y Rozada ha sido siempre directa, sincera. Son dos hombres de fútbol que se han dicho las cosas a la cara. El entrenador y el director deportivo han mantenido encuentros y desencuentros. Todo ello en medio de la complejidad de una creciente crisis deportiva de varios meses de duración y difícil de gestionar. Valga como ejemplo, el pasado sábado, la ausencia en la convocatoria de Simone Grippo. Rozada no veía al central aún en las mejores condiciones físicas. Por su parte, desde varias vertientes del club entendían que los fichajes tenían que sumar desde el primer día, más aún en una línea defensiva que siempre encaja goles.

El despido de Rozada, que mantenía el contrato de técnico del Vetusta, no supone un coste económico relevante para la entidad. Sí un relevante coste deportivo. El club deseaba que el ovetense, un hombre formado en la casa, triunfara. Los dirigentes respaldaron su promoción convencidos de que se había ganado la oportunidad con un gran trabajo en el Vetusta. Pero Rozada, víctima también de errores propios, se encontró con una plantilla descompensada y un reto complejo tras sumar solo un punto en las primeras cinco jornadas. El equipo mejoró, pero la remontada estuvo siempre ligada más a las sensaciones en algún tramo de la competición que a la realidad de los resultados.

El club incorpora ahora a José Ángel Ziganda, que firma un contrato de una temporada con otra opcional en caso de conseguir la permanencia en las próximas catorce jornadas. Francesc Arnau se jugará la salvación con un técnico de elección propia, confiando en una reacción inmediata para evitar el descenso. El Oviedo afronta el enésimo cambio de una temporada crítica.

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