España ha estrenado el horario de verano. Desde este 31 de marzo, cuando a las 2:00 horas se pasó a las 3:00, amanece un poco más tarde y los días son un poco más largos, con el anochecer, también, más tarde.

En España, en 1810, las Cortes de Cádiz aprobaron algo similar, una adecuación estacional de la actividad similar al actual cambio de hora. Había cambios de horarios en mayo y octubre. Después, en la Primera Guerra Mundial -primero, Alemania; y después, Gran Bretaña- tomaron esta decisión para ahorrar carbón. El cambio de hora en marzo y octubre se ha mantenido hasta nuestros días, aunque genera controversia: ¿Se ahorra realmente energía? ¿Cómo afecta a la salud?

¿Conviene el cambio de hora?

El director de FAEN (Fundación Asturiana de la Energía), Carlos García, ha explicado en COPE que "el ahorro energético ha cambiado bastante desde las primeras cifras que se manejan, de hace 20 años, que rondaban el 5% y los 300 millones de euros". Añade que, "debido a que han mejorado mucho la eficiencia de los sistemas de iluminación, el ahorro ahora ronda el 0,3%".

García ha explicado que "el ahorro se produce por la iluminación, por la adecuación de la luz natural al funcionamiento habitual de la familia". Sin embargo, advierte de que "en esta medida entran a jugar otros elementos como alteraciones en el sueño y el ritmo biológico"; por lo que, añade, "en el dilema de si conviene o no conviene el cambio de hora, hay que meter todo en la coctelera y ver si es suficientemente interesante".

Otras medidas más efectivas

En cualquier caso, el director de FAEN defiende que "todo lo que se ahorre es importante", pero pone sobre la mesa que, "quizás, haya medidas que generen más ahorro energético que el cambio horario".

Medidas que tienen que ver con "utilizar iluminación más eficiente -tecnología LED- y regularla bien, electrodomésticos con categorías energéticas superiores, y algunas cosas relacionadas con la calefacción y la utilización de combustibles no fósiles".