Se llaman Mody, Kamafili, Bambou y Samba. Y su historia es dramática y heroica a partes iguales. Se trata de dos jóvenes de Senegal y dos de Mali que querían reunirse con sus familiares, en la península. En el caso de dos de ellos, iniciaron el viaje, tras la muerte de sus padres.

Con todo lo que habían podido vender y lo prestado por sus familias, intentaron durante un mes conseguir entrar en una patera. Diez días en alta mar, donde tuvieron que vivir el trauma de ver morir a un hermano y tirarlo al agua, llegaron a nuestra isla. Un viaje que les costó 2.000 euros a cada uno de ellos.

La historia la ha dado a conocer José Gilberto Moreno, que contaba como estas personas llegaron en marzo de 2020, hasta Canarias, donde fueron ubicados en el CIE de Barranco Seco. Al clausurarse este centro, se les traslado a las instalaciones de Hecansa en Santa Brígida, donde se descubrió que se habían contagiado de covid.

Sus primeros días allí fueron también duros: en aislamiento y prácticamente sin poder comunicarse, porque el traductor tardó una semana en llegar, José Gilberto recuerda como decían sin parar ¡Barcelona, Barcelona, Barcelona! dando a entender que ese era su destino final.

Moreno era el coordinador sanitario de Hecansa y relata que “se les dio cobijo y sobre todo compañía, escucha y cuidados. Sanitarios, emplead@s de Hecansa con Valentín y Manolo al frente, el equipo de sanitarios comandado por Ricardo, Rita y Pino, ayuda de ONGs. Me tocó estar con ellos y probablemente ha sido de esos regalos que te da la vida para comprender más este mundo de diferentes calificativos”.

Tras su estancia en el hotel Escuela, fueron trasladados al Polideportivo de El Batán. Fue en agosto cuando lograron desplazarse a la península y desde entonces han mantenido el contacto con varias de las personas que les ayudaron en su tránsito por Canarias.

Esta semana ponían un mensaje a José Gilberto. “Hoy me envían un mensaje de los que emocionan, cuando meses después pudieron liberarse y salir de la isla, y han llegado a reunirse con tíos y primos que le esperaban en Barcelona, París y Bruselas. Con las historias a veces se es injusto como el norte lo ha sido con el sur, con las personas se llora, con la razón y por la injusticia se debe luchar.

Al contar su historia en redes sociales, terminaba asegurando que “mi última foto me ha hecho recordar lo último que les dije: “mucha suerte, que les sonría la vida”, ellos contestaron “ustedes nos han dado la vida, pues la habíamos perdida toda”. Hoy en su mensaje he contado 27 “gracias”, las transmito con todos los que han ayudado, con todos los que han sentido. Suerte Mody, Kamafili, Bambou y Samba , ¡que la vida les sonría!”.