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HISTORIA

La Plaza de San Antonio Abad y su tradición olvidada del Día de los Finados

En la primera plaza de la ciudad se llevaban a cabo unas curiosas ceremonias con motivo del Día de Finados.

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Ainhoa MartínLas Palmas de Gran Canaria

Tiempo de lectura: 2'Actualizado 16:14

La Plaza de San Antonio Abad, ubicada en pleno corazón de Vegueta, está en boca de muchos, en numerosas ocasiones, por ser el lugar donde se fundó la ciudad. Juan José Laforet, cronista de Las Palmas de Gran Canaria, aseguraba que se creó aquí el Real de las Tres Palmas, el campamento militar del que surgió primero la Villa Real de Las Palmas y, posteriormente la Noble Ciudad de Las Palmas a partir de 1515.

Pero, no por esta razón se recuerda en estas fechas esta primera plaza de la ciudad, que recibía este nombre por la Iglesia ubicada en la misma. Laforet recordaba que en San Antonio de Abad se celebraban una serie de celebraciones y ritos, ya que en la plaza se ubicaba “el primer cementerio institucionalizado de Las Palmas de Gran Canaria”.

El cronista de la capital incidía en que, en la Antigüedad, los enterramientos -hasta ya comenzado casi el siglo XIX, cuando se abrió en 1811 el cementerio de Vegueta-, se efectuaban dentro de las iglesias, por eso pueden localizarse en la Catedral de la Iglesia de Santo Domingo o San Agustín enterramientos. Pero también se enterraba en los alrededores de las iglesias. En el Sagrado, un espacio del interior de la iglesia entorno a al templo.

“Es más, en lugares donde había espacio en la parte trasera de la iglesia, un poco alejado, había lugares que en la Edad Media se conocía como carneros, una fosa común. No era un lugar individual sino un foso en el que se enterraba a todas las personas juntas. Hubo un carnero en la trasera de la Iglesia de Santo Domingo”, apostillaba.

El primer lugar en el que se enterró de Las Palmas de Gran Canaria, en aquel Real de Las Tres Palmas hasta que aparecieron otras iglesias fue en la Iglesia de San Antonio Abad y en su entorno. Juan José Laforet insistía en que “lo sabía la gente hasta que se olvidó”. Pero no ha pasado mucho tiempo desde que la población de Las Palmas de Gran Canaria se olvidara. En el siglo XIX había cada día de los difuntos unas curiosas y llamativas ceremonias.

“El Cabildo catedral, tras la misa conventual de la mañana, hacía un réquiem solemne por las animas y después salía en posesión bajando la Calle Obispo Codina, cogiendo el Callejón de San Marcial, luego la Plazoleta de los Álamos, la Calle de Colón -que entonces se llamaba Calle de los Portugueses- y llegaban a la Plaza de San Antonio Abad; donde se rezaba un responso por las ánimas de los que allí, en ese lugar, fueron enterrados”.

Esa ceremonia la recogían los periódicos de final del siglo XIX, como puede comprobarse en las hemerotecas. El cronista de Las Palmas de Gran Canaria apuntaba además que “no iba el Cabildo solo, sino que iban muchísimos ciudadanos que querían sumarse a aquella ceremonia de recuerdo a los primeros pobladores de Las Palmas que están enterrados ahí”.

Laforet recordaba la importancia que la Fiesta de los Finados tiene para la cultura canaria y, en especial, para zonas concretas de la capital de Gran Canaria como La Plaza de San Antonio Abad, donde aún historiadores y cronistas recuerdan las ceremonias que se celebraban en honor a los difuntos.

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