Su nombre es Tomasenka y se ha convertido en compañera inseparable de Tomás Santamaría, un agricultor de Utande y Valdearenas. Es más, esta máquina de varear olivos, no solo ha sido inventada, diseñada y construida por él mismo en su propia nave, sino también patentada, una vez que el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo haya dado respuesta a su solicitud, presentada en 2020, concediéndole así el título de 'modelo de utilidad pública' que le otorga a Santamaría un derecho de exclusiva en toda España durante 10 años para su creación.

Como suele ocurrir con los grandes inventos, la Tomasenka surgió de la pura necesidad laboral a pie de campo.

"Allá por 2008, trabajaba con mi papá e íbamos los dos tan felices con la cesta cogiendo olivas, tan a gusto, pero, al quedarme solo, dije o sigo para adelante pegándome la paliza o invento algún aparato o me compro un paraguas o hacía algo", cuenta Tomás, recordando que fue durante el confinamiento por la pandemia de la COVID-19 cuando "lo maduré, hice mis bocetos y me lancé a hacerlo".

Y así fue cómo este olivarero guadalajareño creó su máquina revolucionaria, a la que bautizó con el nombre de Tomasenka en alusión a su propio nombre y "la k de kilo, en femenino", consistente en "un cajón, como el mismo de los vibradores de los olivos, que tiene unas alas, entra frontal al olivo y con unas varas que varean el olivo, todo desde el tractor, entras, vareas, sales y sigues cogiendo".

Desde su creación hasta ahora, Tomás ha ido mejorando su invento y lo ha utilizado ya en tres campañas, vareando los más de 4.000 olivos que tiene con resultados muy positivos. Podríamos decir que la Tomasenka ha cambiado su vida y ha permitido aumentar ostensiblemente la rentabilidad de su explotación.

"He pasado de estar toda la primavera venga a apañar los olivos para poderlos coger a mano, cuantas más ramas mejor, venga a ararlos, venga a invertir, a un mínimo mantenimiento y conseguir que estén todos los olivos productivos", subraya Santamaría, agradeciendo especialmente el poder realizar la recogida de olivas "sentado en tu tractor y coger con la máquina en una hora lo que en todo un día a mano, sentadito, sin pasar frío ni calamidades".

Ahora, Tomás, que se considera un sencillo "pisaterrones, no un fabricante ni productor", pretende encontrar una empresa que fabrique y comercialice su invento, con su autorización "expresa, porque si no se pueden meter en un lío", para despúes cobrar la patente, "y punto".

En cualquier caso, el principal objetivo de este inventor rural es "convertir los olivos marginales que tenemos en Guadalajara en rentables y viables", con la certeza de que "el 90% del olivar en mi zona se está abandonando, por el trabajo que supone".