Los hombres y mujeres que friegan los suelos deberían poner en un altar a Manuel Jalón, un militar riojano nacido en 1925, a quien se le ocurrió la idea de facilitar la limpieza en todos los hogares gracias a la fregona. Aunque hay un pueblo en España, concretamente en Guadalajara, que según la guardes te pueden sancionar.

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En España, recordar que el chupachups o la fregona fueron inventados aquí suena más a chiste que a motivo de orgullo. Si bien el país ha alumbrado a los más grandes novelistas, poetas y pintores, parece que hubiera menos inventos imprescindibles, de esos que cambian la historia.

Hay uno tan cotidiano, tan aparentemente banal, que disimula bien el hecho de que hizo historia. Al fin y al cabo, a finales del siglo XIX casi ningún español se había subido a un submarino. En cambio, eran miles las criadas que se deslomaban cada día por sacar el lustre a los suelos marmolados de los palacetes de la alta sociedad.

De hecho, una de las acepciones de la palabra “fregona” en el diccionario de la Real Academia Española refiere a una sirvienta. El término acabó por tener un cariz despectivo hasta que, en los años sesenta, se empezó a usar para referirse al invento del riojano Manuel Jalón.

La fregona

Lo más curioso del invento de la fregona es que en 1953 una madre y una hija llamadas Julia Montoussé Frages y Julia Rodríguez-Maribona ya habían creado un prototipo con cubo, trapo y palo, pero lo registraron como modelo de utilidad o patente de innovación que es más barato y tiene menos tiempo de protección.

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Mientras que el artilugio de Manuel fue una patente de protección, costaba mucho más dinero, la protección duraba muchos más años e implicaba a su vez la fabricación, la aplicación industrial y la innovación a escala internacional. Sin embargo, Rodex compró lo ideado por esas dos mujeres avilesinas con la intención de mejorarlo.

Jalón se inspiró en las carcasas de los aviones para idear una pieza compacta de plástico que al principio se llamó lavasuelos, pero su comercial le aconsejó llamarla fregona. Hubo dos patentes en 1957 y 1964, pero nunca cobró royalties, ya que su pasión siempre fue la curiosidad y facilitar con dignidad la vida de los demás.

Por aquel entonces se trataba de un cubo metálico, donde el proceso de secado se realizaba mediante el empleo de unos rodillos dispuestos para atrapar las fibras de algodón. Tras la entrada en la empresa de algunos socios capitalistas, destacando la leridana Casa Rull, aquel extraño aparato poco a poco se fue abriendo paso en el mercado.

El pueblo de Guadalajara

Las leyes están para cumplirlas, aunque en muchas ocasiones esas normativas no nos parezcan del todo correctas. Pero la cosa aumenta de forma significativa cuando incluyen cambios que afectan a la vida cotidiana de la ciudadanía. Algo que se lleva viviendo desde hace más de una década en Villanueva de la Torre, Guadalajara.

En el municipio viven más de 6.500 personas, pero la normativa sacada adelante por los populares en diciembre de 2012 obliga a los vecinos a no poder colocar una fregona en la terraza de su propia casa, tampoco tender, exponer ropas o elementos domésticos en balcones, ventanas, terrazas exteriores situadas que sean visibles desde la calle.