En respuesta a la creciente demanda de agua potable y la escasez de recursos hídricos en algunas regiones, España continúa liderando la implementación de desaladoras como una solución innovadora y vital.

Estas instalaciones, conocidas como plantas desalinizadoras, son la respuesta a la necesidad urgente de garantizar un suministro constante de agua apta para el consumo humano y otros usos.

Las desaladoras emplean tecnología de punta, como el proceso de ósmosis inversa, para convertir agua salada o salobre en agua dulce de alta calidad.

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Este proceso implica una serie de etapas meticulosas, desde la captación del agua bruta hasta el tratamiento y postratamiento para asegurar la pureza y seguridad del agua desalada.

El presidente de la Comisión de Agua, Energía y Medio Ambiente del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Carles Conill, nos explica que “La desaladora es una instalación técnica que capta agua del mar a una cierta distancia no muy lejana de la costa y hace un proceso de filtro por membranas y un proceso de ósmosis inversa que permite retirar gran parte de toda la sal del agua y trae al final agua purificada que se convierte en un agua de ultimísima calidad para beber”

Las desaladoras son una inversión a largo plazo, con una vida útil de las membranas de desalación que puede alcanzar los 10-15 años con un adecuado mantenimiento. Este enfoque no solo garantiza un suministro continuo de agua potable, sino que también reduce los costos operativos y el impacto ambiental a largo plazo.

Carles Conill añade, "Una desaladora es cara, es la manera de producir agua más cara, por eso se piensa de cara a una situación como la actual"

Con un compromiso renovado hacia la sostenibilidad y la innovación, España está en la vanguardia de la producción de agua potable a través de desaladoras, allanando el camino hacia un futuro más seguro y resiliente en términos de recursos hídricos.