El RCD Mallorca y Javier Aguirre tienen un acuerdo tácito, que es sentarse a hablar de renovación cuando esté asegurado el futuro y el equipo esté salvado en primera división. Así fue la temporada pasada y en el presente curso se sigue el mismo guión. Aunque este final de liga empieza a desprender cierto aroma de final de ciclo, con el equipo algo atascado, incapaz de ganar con solvencia, nada está escrito y todos los escenarios están abiertos.

El propio Javier Aguirre deslizaba recientemente que tenía ofertas de Oriente Medio, se supone que Arabia, y en México hay interés de algún equipo e incluso de la Federación para retomar la selección mexicana. Pero al margen de esto, en la isla hay debate sobre si el modelo Aguirre es el más propicio para que el club siga creciendo. Es un equipo muy competitivo, eso nadie lo puede discutir, fuerte defensivamente, pero hay quien cree que no se saca el mejor partido a la plantilla, ni tampoco hay confianza en los jóvenes para ir dándoles entrada, lo que genera división de opiniones.

No cabe duda de que a corto plazo y como solución Aguirre ha sido un gran técnico para el RCD Mallorca, el bombero que apagó un fuego muy grave, pero otra cosa es si se piensa en él como constructor del edificio.

El Mallorca sondea el mercado como es su obligación para tener alternativas en el caso de no continuar el mexicano y ahí aparecen diferentes nombres. Jagoba Arrasate es uno de los que más gustan, otra cosa es que el técnico cambie Osasuna por Mallorca, dos perfiles muy parecidos, cuando aparecen en el horizonte otros equipos como el Sevilla y alguno más. Técnicos como Rubi y Diego Martínez también aparecen como alternativas.

En cuanto a hechos tangibles, el Mallorca no se sentará con ningún técnico antes de hacerlo con Aguirre. Pablo Ortells es muy riguroso en su comportamiento, le gusta respetar los tiempos y a los profesionales y con Javier Aguirre hay una excelente relación. Si quiere continuar otro año con Aguirre o no es algo que sólo está en la cabeza de Ortells.