Pepa tenía un puesto de dirección en una empresa multinacional. Tan solo pudo disfrutar de 8 semanas de permiso de maternidad. La ley reconoce 16 semanas.
Carmen no aguantó el acoso de sus jefes después del segundo embarazo y negoció su despido.
Elena tiene dos hijos y un trabajo que requiere muchas horas extra, ha optado por una excedencia por agotamiento físico y mental.
Marta es abogada y autónoma, imposible conciliar y ha decidido trabajar menos (y cobrar menos) para no perderse los primeros años de sus dos hijos.
Podemos pensar que son situaciones muy concretas, excepciones o casos extraordinarios, pero es la realidad de muchas mujeres que son madres y trabajan a día de hoy. Ellas mismas nos cuentan sus historias.