Las palabras del Patriarca Louis Sako han sonado como un trueno en medio del clima de incertidumbre en que se mueve Iraq: “tenemos dos opciones: o nos unimos y cooperamos para que nuestro país se recupere por completo, o persistimos en perpetuar nuestras luchas, y abrimos - Dios no lo quiera - las puertas del infierno”.

El mensaje iba dirigido a los hermanos y hermanas musulmanes con motivo del Eid al Adha, la “Fiesta del Sacrificio” que este año se ha celebrado el 21 de julio, y ha estado precedido por el atentado terrorista perpetrado el lunes en un mercado popular del barrio de Ciudad Sadr, al este de Bagdad, habitado mayoritariamente por chiíes. El atentado, obra de una terrorista suicida, ha causado al menos 35 muertos y 60 heridos y ha sido reivindicado por el llamado Estado Islámico. Este ha sido el tercer atentado en un mercado popular de Sadr City desde comienzos de 2021.

En su mensaje de felicitación y bendición, el patriarca Sako recuerda “las difíciles condiciones políticas, de seguridad, económicas y sanitarias que presionan a las personas y fomentan la inestabilidad social”, e invita a todos los iraquíes “a unirse para liberar a su país de ser rehén de la corrupción y el conflicto”. En el fondo, dice el cardenal Sako, “se trata más de un dilema ético que político y económico”. El patriarca también invita a todos los iraquíes a recordar los versos del Corán que profetizan el día en que “quien haya hecho incluso el peso de un átomo de bien lo verá, y quien haya hecho incluso el peso de un átomo de mal lo verá”. Por eso, añade que en esta coyuntura cristianos y musulmanes están ante una alternativa: unirse para que el país se recupere por completo, o persistir en luchas intestinas que terminará abriendo “las puertas del infierno”.