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Los 'mindhunters' de la Guardia Civil: 25 años explorando la mente criminal

El capitán José Manuel Quintana Touza ha estado en Fin de Semana con Cristina para explicar cómo actúa su unidad ayudando en la resolución de crímenes

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Cristina López Schlichting
@crisschlichting

'Fin de Semana' COPE

Tiempo de lectura: 4'Actualizado 18 ene 2020

El crimen es una de las cosas más sorprendentes y a los periodistas continúa sorprendiéndonos una y otra vez. Cuando no es una noticia de una persona que se come a otra es un sujeto que hace desaparecer un cuerpo de forma inverosímil... o una vecina que envía otra la cabeza de un señor como pasaba recientemente. ¿Qué ocurre en la mente humana?, ¿qué es lo que nos lleva a cometer actos tan atroces? Es siempre una pregunta indispensable e inquietante.

A veces los agentes de Policía se ven en un callejón sin salida: ellos mismos no tienen ni siquiera idea de por dónde tirar y aparecen entonces especialistas, fíjate, en la mente de los criminales.

Recientemente, en el caso del crimen del pequeño Gabriel, el asesinato realizado por Ana Julia Quezada, unos hombres llegaron al lugar y se hicieron íntimos de Ana Julia Quezada. Estos señores eran del Servicio de Análisis del Comportamiento Delictivo de la Guardia Civil, unos 'mindhunters' de verde que acaban de cumplir 25 años de servicio y que, entre otras cosas, concluyeron que el perfil de la asesina coincidía exactamente con el de esta señora.

Estos mismos analíticos del comportamiento delictivo viajaron hasta Galicia para que 'El Chicle' contará dónde escondió el cuerpo de Diana Quer, en esa terrible nave industrial, en un tanque. Ha pasado por Fin de Semana con Cristina uno de estos expertos de un equipo de cinco personas que integran tres capitanes, doctores y licenciados en Psicología, un sargento criminólogo y un agente criminóloga.

Don José Manuel Quintana Touza, uno de los capitanes, explica que, “en esencia, las personas tras estos crímenes son personas normales, no tienen patologías, aunque tienen motivaciones muy determinadas en ocasiones, otras veces son más factores contextuales los que influyen en su comportamiento, pero son absolutamente normales en la mayor parte de los casos”.

Somos una herramienta más al servicio de la investigación”, continúa el capitán Quintana, “hacemos nuestras aportaciones desde la ciencia, que es lo que dominamos. Actualmente somos seis componentes en la sección, cuatro psicólogos y dos criminólogos, y desde nuestros respectivos campos de ciencia intentamos adaptar esos conocimientos a la investigación criminal, intentamos analizar toda la información desde todos los puntos de vista que, generalmente, a lo mejor el investigador de los equipos operativos no presta tanta atención o les pasa más desapercibido porque no están tan interesados en aspectos de personalidad, motivación y relaciones sociales de los implicados y que a nosotros sí que nos pueden dar pistas para ayudarles a orientar la investigación o priorizar entre diferentes candidatos para ver quién puede ser el implicado en los hechos que se investigan”.

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En casos de desapariciones o en homicidios en los que las unidades piden que colaboren, continúa José Manuel, “analizamos los hechos comprobados y las características de la víctima y, en función de esas características, y con toda la información de casos anteriores, asignamos prioridades a qué tipo de autor está relacionado. Por ejemplo: una víctima de 'bajo riesgo' como nosotros la llamamos, que desaparece a plena luz del día, en un entorno conocido que muy pocas personas pueden conocer esa zona, en ese caso damos más importancia al entorno cercano de la víctima. Ayudamos a que el investigador sepa sobre qué tareas de investigación debe centrarse en mayor medida al principio”.

Sobre Ana Julia, José Manuel recuerda que ellos ayudaron a centrar la investigación en el entorno cercano de Gabriel: “Las personas que conocieran su rutinas, que fuera fácil para ellas acercarse a él sin levantar sospechas, sin dejar ningún rastro en la zona de desaparición. Estaba en un entorno de seguridad en una zona muy poco poblada que él conocía perfectamente, así que, desde un principio una desaparición accidental en este tipo de casos se descarta”.

En otro caso, el de Diana Quer, fueron requeridos para “trazar las características de personalidad del autor, aunque la mayor parte del trabajo y los logros fueron de la unidad operativa. Nosotros hicimos un perfil de los sospechosos para anticipar y adaptar la respuesta policial lo mejor posible a esas características”.

Para poder pertenecer a este grupo tan selecto, los miembros, detalla Quintana, “tienen que tener experiencia en investigación, en policía judicial y conocimientos profundos en psicología y criminología para aportar ese plus que nos piden las unidades operativas”.

Por desgracia hay casos que se complican mucho y es difícil encontrar al criminal o las pruebas del delito: “Depende de muchos factores. Hay casos que se complican porque pasa el tiempo y es difícil encontrarlas o reconstruir los hechos. Nosotros buscamos reconstruir comportamientos y analizarlos para extraer pautas del supuesto autor. Muchas veces, con el paso del tiempo, son más difíciles de identificar y analizar”.

Si un niño es testigo de un crimen o conoce algo puede experimentar cambios y crisis en su actitud, por lo que, explica el capitán, “gran parte de nuestro trabajo es el trato con víctimas vulnerables, más de la mitad de nuestras actuaciones son realizar exploraciones y hacer tomas de declaración a estas víctimas como niños pequeños o personas con algún tipo de vulnerabilidad como una discapacidad o un trastorno. Aquí nos adaptamos al máximo a sus características de comunicación y cognitivas para intentar extraer la información que tienen de la mejor manera posible sin que nosotros presentemos información antes de tiempo o sesgarla, sin dar por supuesto nada e intentando que la víctima o el testigo pueda reconstruir lo que vivió de la manera más natural posible y con toda riqueza de detalles y que así nos dé más indicios para llevar a cabo nuestro trabajo”.

Sobre el asesino que más les ha desconcertado, José Manuel reconoce que “es difícil elegir porque nuestro trabajo está muy alejado de los mitos cinematográficos, no nos hemos encontrado, por ahora, a ningún Hanníbal Lecter. Sí es verdad que algunos se perpetúan en los hábitos delictivos, pero es difícil elegir uno porque, en general, las pautas de homicidas o agresores sexuales las conocemos bastante y las tenemos enmarcadas”.

¿Qué se le pasa por la cabeza a un psicópata cuando comete un crimen? “Buscan, sobre todo, su beneficio inmediato”, responde sin dudar: “Lo hacen de manera egoísta, no piensan en la transgresión de normas, ni siquiera a las sociales. Y además tienen una dificultad enorme para percibir las emociones de otras personas y para expresar ellos mismos emociones, eso hace que sean más insensibles al dolor y al sufrimiento ajeno, no piensan en lo que puedan sufrir los demás o vayan a necesitar. Por otro lado, buscan beneficio por encima de las necesidades de otras personas”.

También ha tenido un reconocimiento especial hacia el teniente José Luis González: “Fue quien fundó la sección hace 25 años y lo hizo de forma totalmente natural al darse cuenta de que la psicología podía aportar muchas herramientas y habilidades para obtener más información de víctimas y testigos a la hora de pedir las características de una persona o reconstrucción de los hechos. Se dio cuenta de que el modo en que se hace una entrevista policial es determinante para ver la información que viene de vuelta y eso redunde en una mejor efectividad policial”.

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