En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".

Cuantos más colores tenían los apuntes, mejores notas sacaban sus dueños. Yo, al contrario, jamás estuve cómodo ni con los subrayadores fluorescentes ni con los post-its. A veces señalaba algunos párrafos con un lápiz. Mi cuaderno era caótico, con letra ininteligible, lleno de flechas de un lado a otro. Un laberinto de tinta, inútil para el estudio.

Envidiaba a mis compañeros. A esos que pasaban a limpio lo apuntado durante la clase. A esos que guardaban sus anotaciones con mimo en carpetas perfectamente compartimentadas. Ahora son juezas, o fiscales, o abogados de éxito. Mientras otros aprobamos lo que aprobamos como pudimos y tuvimos que buscar otras rutas, más desconcertantes e improvisadas.

Me gusta pensar que los que fuimos malos estudiantes no fracasamos, sino que simplemente nos adentramos en el bosque, abandonando el camino señalado, el camino despejado y visible. Que por torpeza o inmadurez o pura rebeldía, pisamos el barro y dormimos a la intemperie. Y cuando digo intemperie, digo paro, frustraciones y precariedad.

Pero al final, tras una larga caminata, el bosque de la vida se despejó y encontramos nuestro sitio en el mundo. Más tarde que aquellos compañeros aplicados, eso seguro, pero lo encontramos. Y que aquellos apuntes desordenados sólo eran un mapa, un mapa que, a personas como yo, nos trajeron a sitios tan maravillosos como este.

'Crónicas perplejas' de la semana de Antonio Agredano

Crónicas perplejas': “Que me cobren por pasear por la calle empieza a ser irritante”

'Crónicas perplejas': “ Quizá el futuro sólo sea desprenderse de esta angustia tecnológica”

'Crónicas perplejas': “Quiero volver a otro tiempo donde me miraba al espejo sin hacerme un selfie"