Luis del Val pone el foco de la imagen del día de "Herrera en COPE"en el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y su rotundidad al hablar del referéndum:

Nelson Rodrigues dijo: “Nosotros, de la prensa, somos unos criminales del adjetivo. Con la más eufórica de las irresponsabilidades les llamamos 'ilustre', 'insigne', 'formidable' a cualquier don nadie.”. Y tenía razón. Pero no solo caemos en el abuso del adjetivo los periodistas, también se embadurnan de él los políticos.

Ayer, por ejemplo, en el modo altisonante que caracteriza a los secesionistas, dijo el señor Aragonés García que el referéndum era inevitable. Bueno, señor Aragonés García, inevitables son los fenómenos relacionados con las leyes de la Naturaleza. Es inevitable la muerte o es inevitable la ley de la gravedad. Por eso, aunque usted, en lugar de apellidarse García, tuviera ocho apellidos catalanes, si empuja la cucharilla del café fuera del borde de la mesa, la cucharilla se caerá al suelo. Es inevitable.

Y si, como es bajito, como yo, se pone de puntillas, la inevitable fuerza de la gravedad le llevará a volver al suelo, porque de puntillas sólo aguantan mucho tiempo las primas ballerinas, y usted no es una prima ballerina, ni le sentaría bien el tutú.

Inevitable es un adjetivo muy rotundo, que se puede aplicar a la sequía que padece Cataluña, pero no a acciones y reacciones humanas, porque Cataluña no es de los separatistas, aunque a puro de repetirlo, casi han convencido a los demás, y el referéndum es tan evitable como cualquier otra acción que dependa de los seres humanos.

Y no todos son tan egoístas, tan deleznablemente racistas, ni encuentran a un colaborador tan entusiasta del provecho propio como Pedro I, El Mentiroso. Quedan personas con cuajo y coraje. Ahí tiene al padre de Canet, que ha sufrido el acoso, la persecución, el hostigamiento de la poderosa Administración separatista. Y aguanta, a pesar de ese amplio puñado de cobardes, dispuestos a machacar a un niño español y a su familia, en las redes de internet, que son el refugio de los cagones, que no se atreven a dar la cara, y que siempre se ofrecen voluntarios en los linchamientos, siempre y cuando sean, al menos, cien contra uno. Ese padre tiene un valor, que ni el Cobarde Prófugo, ni usted, ni toda su pandilla tendrán nunca. Y ahí reside mi esperanza. Porque hay muchos padres, como el de Canet, que sólo esperan una señal para demostrar que el referéndum es evitable.

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