La experiencia vivida por Geoffroy Delorme es parecida a la de Jane Goodal. Pero en vez de en África con chimpacés, lo de este francés de 37 años sucedió en un bosque de Louviers, a 100 kilómetros de París.

Con una infancia un tanto complicada -sus padres siempre quisieron aislarlo del mundo por miedo a que le pasara algo- Geoffroy no socializó demasiado. Incluso dejó de asistir al colegio presencialmente y se formó con las clases de un profesor a distancia.

Por eso, cuando creció y fue un adolescente, este chico empezó a buscar una vía de escape. Y la encontró en la naturaleza.

Al principio, hizo algunas tímidas incursiones en un bosque cercano a su casa en Louviers. Y de incursiones de horas pasó a estancias de varias días. Y de días, pasó a semanas, después meses y, por último, a un año entero de aislamiento.

Este francés vivió a la intemperie. Cuenta que dormía de día -para aprovechar el calor- y ocupaba sus noches. Además, aprendió a sobrevivir con la poca comida que iba encontrando por el camino, bellotas, castañas.

Lo más impresionante es que consiguió integrarse en una manadade corzos. Los animales -después de semanas de acercarse a ellos y ganarse su confianza- lo acogieron como uno más. Conoció a cada uno, interactuó con ellos.

Una experiencia vital muy dura, muy intensa. Ahora, Geoffroy kucha por integrarse en algo bien distinto: la sociedad humana.

Es la ‘Historia del día’ en ‘Herrera en COPE’.

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