Últimamente estamos conociendo muchas historias de vecinos: que si se quejan por el ruido que hacen, que si piden perdón -de antemano- porque van a hacer obras, que si no se soportan…

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Esucha al completo 'la hora de los fósforos' de 'Herrera en COPE'

Parece que atrás han quedado esas ‘incómodas’ conversaciones sobre el tiempo en el ascensor, o el ir a pedir un poco de sal o azúcar al de la puerta de al lado; a recriminarse en público algunas cosas que no nos gustan de nuestros vecinos.

Cuando escuchamos y leemos sobre estas historias se nos viene a la mente el genial cómic ’13 Rue del Percebe’ de Francisco Ibáñez, ¿os acordáis? Aquellas divertidas historietas de los vecinos que vivían en ese mítico edificio y que hacían las delicias de los lectores. La realidad de la época reflejada en los pisos y comercios del edificio, que muchas veces puede servir para ilustrar el tiempo que vivimos.

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Situaciones que hoy vemos reflejadas en las redes sociales, sobre todo en Twitter. La red del pájaro azul podría ser el refeljo de las historietas de vecindarios en el siglo XXI, en el que mandan las nuevas tecnologías, de aquel '13 Rue del Percebe'. Porque es en esta red social donde la gente da a conocer lo que ha pasado en su comunidad, lo que ha hecho un vecino... creando una interacción con el resto de usuarios.

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Aunque, sin embargo, la realidad ahora es otra porque donde antes había risas, ahora hay temores y miedos. Parece ser que las relaciones en las comunidades de vecinos ya no son tan agradables como lo eran. Y si no, que se lo digan a la familia de Juan. Este oyente de Carlos Herrera recordaba en ‘los fósforos’ la odisea que pasaron su familia y, también, vecinos con un inquilino que les hizo la vida imposible llegando a perseguir a Juan con un hacha.

Est ha sido uno de los temas que los oyentes de 'Herrera en COPE' han hablado en el programa, dejando -en ocasiones- sorprendidos al equipo antes las situaciones más rocambolescas que describían los 'fósforos'.

El vecino Picasso y sus ‘creativas’ obras de arte

Entre nuestros vecinos también podemos tener a artistas que no dudan en expresar su arte donde sea y como sea. Y uno de estos ‘genios’ vivía, hace unos años, en el edificio de la casa de los padres de Jesús.

“Un vecino que se dedicaba a hacer Picassos con sus excrementos en los ascensores de la comunidad, en las botoneras, en los espejos…”, nos cuenta este oyente de esta particular persona cuya historia va más allá que de ‘dibujar’ cuadros.

Como estamos hablando de esos vecinos que hacen la vida imposible a quienes le rodean, y algunos, hasta de forma violenta; recuerda Jesús que “de vez en cuando, también, bajaba al portal con un pincho para pinchar a las mujeres, que por aquel entonces, depositaban propaganda en los buzones”. Y algo más peligroso como la de quemar las puertas, una hazaña que el individuo realizaba “por las noches, ponía una botellita con un producto inflamable junto a las puertas y ahí lo dejaba hasta que ardía todo”.

Una serie de hechos que llevaron a sus vecinos a poner reiteradas denuncias “pero como nunca lo pillaban en el momento, no se podía hacer nada”, lamenta Jesús.

Por eso, fueron los propios vecinos, desesperados, lo que decidieron acabar con esta terrible situación y, como detalla Jesús “un día lo esperaron y le dieron una pequeña sorpresa”, la justa y necesaria para que se “acabara la aventura”.