Con la ola de frío y nieve que trae Filomena arreciando, el precio de la luz, disparado a máximos históricos. Es el más caro de toda Europa. Y el enigma de sus componentes, con peajes e impuestos que representan el 65% de la factura. Solo faltaba este toque justo cuando el leñazo fiscal, con subidas de impuestos, afecta a todo hijo de vecino, sea de clase alta, media, baja.

Será el progresismo, en tiempos azarosos con las rentabilidades a ras de suelo. Así que hay inversores ávidos de réditos más elevados y en la búsqueda de mayores beneficios la fiebre por el bitcoin multiplica por cuatro su precio en tres meses, superando los 40.000 dólares. Cuidado con tal calentura y la virtualidad. Y seguimos con ambiente borrascoso. De una parte, el BCE se pronuncia sobre el agujero fiscal que dejará la covid en España y que será el mayor de toda la zona euro, del 28% sobre el PIB entre 2020 y 2022, por delante de otros países también golpeados como Italia, donde tal impacto será del 24% del PIB, Francia (21%), Bélgica (20%) … y el brutal aumento de nuestra deuda que marcará época.

También el BCE advierte de los efectos perdurables en el empleo en la Zona Euro, que en octubre tenía a 8 millones de trabajadores en ERTE.

Los datos de Eurostat son otro jarro de agua fría: la tasa de paro de España es del 16,4%, doblando a la de la Zona Euro (8,3%), y el paro juvenil alcanza el 40,9%; en ambos casos estamos por delante de Grecia y lideramos el desempleo en toda Europa. Y un último apunte: las multinacionales denuncian inseguridad jurídica creciente en España. Es el corolario de los ataques a jueces y Monarquía, derogación de la reforma laboral, subidas de impuestos y del gasto, raros pactos políticos, prohibiciones de desahucios…

La desconfianza en España tendría que preocupar porque grandes empresas e inversores se recatarán de venir por aquí.