El profesor José María Gay de Liébana analiza en 'Herrera en COPE’ las claves económicas del día.

La espectacular caída de la economía española en el primer semestre a causa del confinamiento y del parón de la actividad, se ha agravado más con un penoso verano en el que las pocas expectativas turísticas se han evaporado. Si cada año, a partir de julio, nuestra economía se acelera, este nefasto octubre de 2020, Don Carlos, nos vuelve a sumergir en un oscuro túnel y el postrer trimestre, de tradicional exultación prenavideña y euforia navideña, se torna pesaroso, atisbando unas Navidades duras con la mosca cojonera del Brexit rondando. España está en situación de máximo riesgo con desplome de la demanda agregada, fuerte reducción de ingresos y del consumo de las familias y destrucción de empleo y las exportaciones de bienes y servicios comprimidas.

Las consecuencias de los rebrotes son siniestras para nuestra enclenque economía. Las empresas, sobre todo de servicios y comercio, sufren. La crisis de liquidez deriva en crisis de deuda a la que sucederá una crisis de solvencia, con cracs en ciernes. Bajo ese contexto desalentador, el FMI prevé que el déficit público sea este año del 14,1% sobre el PIB - más del 12,1% proyectado por el Banco de España –, casi 160.000 millones de euros. Aunque convendría calibrar la calidad de tan monstruoso déficit porque, considerando el exiguo y rácano esfuerzo del Gobierno - al que pagamos todos nosotros, ojo ahí - para salvarnos del desastre, presiento que hay desmesurado y prescindible gasto público en los 586.000 millones de euros de este año, equivalentes al 53% del PIB. Y cuidado con las pretendidas subidas de impuestos que la OCDE alerta sobre la tasa Google, la Casa Blanca se mosquea y subirá los aranceles a nuestras exportaciones a EE.UU.

A golpe de floritura presupuestaria vamos de pifiada en pifiada. La cosa se tuerce, Don Carlos, y todos iremos a peor económicamente…