Hay algunas pandemias que, al contrario que la del coronavirus, son más silenciosas, pero igual de letales o incluso más. Una de ellas es la mala calidad del aire. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación atmosférica, tanto en las ciudades como en las zonas rurales, es la causa de más de 4 millones de muertes prematuras en todo el mundo, cada año.

Afecciones respiratorias, problemas cardiovasculares e incluso demencia, son algunas de las enfermedades que se atribuyen directa o indirectamente a esa mala calidad del aire. Y ¿cuáles son las fuentes más habituales de esta contaminación atmosférica? Las emisiones de los coches, los compuestos químicos de las fábricas, la quema de residuos, la calefacción de nuestras casas y, por supuesto, el polvo y el polen. A esto hay que añadirle gases como el dióxido de nitrógeno y el propio ozono. Además, hay otras cosas tan insospechadas como las esporas de moho, que también pueden estar suspendidas, como pequeñas partículas, y que hacen que empeoren la calidad del aire.

Los 3 países con más contaminación medioambiental son China, Estados Unidos y la India. Y, si hablamos de Europa, Alemania es el país con peor calidad del aire, debido a su alta dependencia al carbón. En España, las ciudades con peor calidad del aire son Madrid y Barcelona, al menos así lo dice el Observatorio de la Sostenibilidad, que ha analizado la evolución de las partículas suspendidas en el aire tras el parón de nuestra economía por el coronavirus. El estudio también concluye que, aparte de las ciudades mencionadas, las mayores concentraciones de dióxido de carbono se encontraron el pasado año en Granada, Zaragoza y Alcalá de Henares.

Un dato que ha llamado mucho la atención es, que las ciudades que han mejorado su calidad del aire están en el arco del mediterráneo o son municipios con buenas temperaturas, como Málaga, Valencia, Sevilla o de Vigo. Y esto se debe en parte al incremento en sus núcleos urbanos del uso de patinetes y bicicletas eléctricas, además de la ubicación geográfica.

Soluciones

Según el Observatorio de la Sostenibilidad, las medidas pasan por disminuir el tráfico, establecer zonas peatonales, fomentar el uso de bicicletas, motos y coches eléctricos. También apunta que el transporte público debe tener flotas de bajas emisiones y, por último, apuesta por medidas que desincentiven el uso del coche privado. Hay que destacar que en tan solo 4 meses 149 municipios, con más de 150 mil habitantes, tendrán que tener zonas de bajas emisiones.

Luego están las alternativas más innovadoras, como el escuarato de cobre, un material que, según ha descubierto un equipo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que tiene la propiedad de absorber gases químicos contaminantes. Lo que lo puede convertir en una herramienta crucial contra la contaminación atmosférica.

El científico del Instituto de Estructura de la Materia y miembro del Departamento de Física Molecular de CSIC, Vicente Timón, explica que este material podría mejorar la calidad del aire "de una manera bastante acertada y brusca. Es simplemente una esponja, que es capaz de absorber todo este tipo de gases de una manera muy eficiente y muy buena". Además, no se le escapa nada, porque es un meta material, que está hecho de una parte orgánica y otra parte de metal.

Este material tiene propiedades mecánicas y, tiene otra característica que es la compresibilidad lineal negativa, según el experto, "es una goma que hace lo que no suelen hacer las gomas". Esto significa quehace lo contrario a una goma de pelo, por ejemplo. Una goma del pelo, cuando ejercemos tensión, se estira, y se comprime cuando la presionas. Pues el escuarato de cobre hace lo opuesto: cuando la estiramos, se comprime y, cuando la presionamos, se expande.

¿Cómo funciona? Pues, al ser como una esponja, tiene unos canales, por los cuales puede pasar el aire y pude pillar los contaminantes que hay en este. Además, como consecuencia de esta propiedad mecánica, influye también en el sonido y podría funcionar como un aislante acústico. Y la forma de emplearlo para mejorar la calidad del aire sería dándole el mismo uso que un filtro, como los de las mascarillas.