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Herpes zóster, o la famosa "culebrilla". Más del 90% de los adultos se han infectado con el virus

Aproximadamente 1 de cada 3 personas entre 50 y 90 años podrán sufrir la culebrilla a lo largo de su vida

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Tiempo de lectura: 2'Actualizado 11:49

Los mayores de 50 años, así como aquellas personas, independientemente de su edad, que tienen un sistema inmunitario debilitado y que, por lo tanto, están inmunocomprometidos, tienen un mayor riesgo de sufrir herpes zóster, de tenerlo más de una vez y de presentar complicaciones asociadas.

El herpes zóster es un sarpullido que aparece en forma de pequeñas ampollas en la piel, normalmente en el torso, aunque también puede aparecer en el abdomen, en las piernas o en la cara. Está causado por la reactivación del virus de la varicela zóster. Cualquier persona que haya pasado la varicela puede desarrollar un herpes zóster más adelante. Esto se debe a que el virus permanece en su sistema nervioso en estado latente (como si estuviera dormido) durante el resto de su vida.

Cuando el virus se reactiva, causa el herpes zóster. Esta reactivación del virus puede ocurrir en cualquier momento, pero es más frecuente a partir de los 50 años y en aquellas personas que, independientemente de su edad, tengan enfermedades o tomen algún tratamiento que afecte a su sistema inmunitario.

Entre los primeros síntomas se encuentra la aparición de dolor intenso ardiente o punzante de intensidad variable en los nervios donde el virus estuvo latente y que coincide con la zona en la que aparecerá la erupción.

Tras unos días, aparecen en la piel pequeñas ampollas, similares a las de la varicela, normalmente restringidas a una única zona del cuerpo, por lo general, alrededor de la cintura o en la espalda, y menos frecuentemente en los brazos o en la cara, donde puede afectar a los ojos, los oídos o la boca.

El diagnóstico suele confirmarse con el sarpullido en la piel, aunque en algunos casos la confirmación se realiza mediante alguna prueba específica.


EVOLUCIÓN

En la mayoría de los casos, el sarpullido y el dolor desaparecen en unas 2 a 4 semanas, si bien, entre un 5% y un 30% de los pacientes continúan sufriendo un dolor, constante o intermitente, que persiste después de que la erupción haya desaparecido. Esta complicación es la más frecuente de la culebrilla y se denomina neuralgia postherpética.

El dolor que provoca la neuralgia postherpética persiste más de 3 meses y puede llegar a durar incluso años.

Los pacientes que lo han sufrido lo describen como una sensación eléctrica, ardiente o punzante en la zona afectada. En ocasiones, el dolor es tan intenso que puede llegar a ser incapacitante y afectar a la calidad de vida de quienes lo padecen.

En algunas ocasiones en las que el herpes zóster ocurre en la cara, la evolución puede asociarse a complicaciones graves como la pérdida de visión o de oído o la parálisis temporal o permanente de los músculos de una mitad de la cara.

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Actualmente no existe una cura para eliminar el virus latente. Existen tratamientos antivirales que se recomiendan idealmente en las primeras 72 horas de la aparición del herpes zóster. También se recomienda mantener el sarpullido limpio y seco para evitar una infección secundaria en la piel.

Para más información sobre el herpes zóster, consulte con su médico y visite la web www.virusherpeszoster.es

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