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Expósito: "El Estrecho de Ormuz parece más una partida de ajedrez"

Ángel Expósito analiza la actualidad del día en su monólogo de 'La Linterna'

Ángel Expósito

Ángel Expósito

Director de 'La Linterna'

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 20:17

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Hoy me detengo en el estrecho de Ormuz. En el pulso de consecuencias planetarias entre Estados Unidos e Irán. Un pulso en una región del mundo que hace unos años habría estallado por todos los ángulos posibles, pero que hoy más parece una partida de póker. Eso sí, con drones, armas nucleares, petroleros atacados y hasta ataques cibernéticos.

Lo último. Donald Trump lanzó un ataque cibernético contra varios sistemas informáticos iraníes hace tres días mediante el comando cibernético de las Fuerzas Armadas norteamericanas y fue dirigido contra un grupo de inteligencia que tiene vínculos con la guardia revolucionaria de la República Islámica, según informan ‘The Washington Post’ y ‘The New York Times’. Al parecer, los ataques habían sido milimétricamente  planeados durante varias semanas antes, o incluso meses. Varias fuentes afirman que el Pentágono había propuesto lanzarlos después del ataque a dos petroleros en el Golfo de Omán este mes. 

El gobierno de Estados  Unidos concluyó que el incidente fue un ataque planificado, del que responsabiliza a Irán. Teherán, por su parte, niega categóricamente tener relación alguna con el suceso de los petroleros. Por parte iraní, se asegura que los ciberataques dirigidos por Estados Unidos contra sus objetivos han resultado un fracaso, según ha afirmado este lunes el ministro de Telecomunicaciones de la República Islámica, Mohammad Javad Azari Jahromi. Entre medias, el presidente Trump ordenaba abortar un ataque más convencional con misiles en respuesta al derribo de un dron de vigilancia estadounidense. A partir de aquí, varias claves:

    1.- El recuerdo de la Guerra del Golfo. En Estados Unidos, con la invasión de Iraq contra Saddam Hussein. ¿Te acuerdas? Ocurre algo parecido respecto a la guerra de Vietnam. La opinión pública estadounidense se sigue preguntando ¿por qué? Y sobre todo, ¿para qué murieron allí miles de sus soldados, antes de ayer, en la otra parte del mundo? Dicho de otro modo ¿los estadounidenses estarían dispuestos a recibir otra vez miles de ataúdes con su bandera cubriendo los restos de sus militares? Ya pasó en la Segunda Guerra Mundial, en Vietnam y en las guerras del Golfo.

    2.- En este sentido, dentro de año y medio hay elecciones en Estados Unidos y ni siquiera Donald Trump se la puede jugar tan a la ligera. El pasado viernes supimos que en un ataque de racionalidad, Trump dice que suspendió un ataque con misiles sobre objetivos iraníes porque preguntó cuántos muertos causarían. Le respondieron que unas 150 personas. La verdad es que lo que debieron decirle es cuántos votos le iba a costar ese ataque. Y por eso lo suspendió.

      3.- Irán no son suicidas. Leo hoy un interesantísimo artículo de Guy Sorman en ‘ABC’ titulado: “Irán, una obsesión estadounidense”. Una de sus conclusiones es esta: los ayatolás y sus guardianes de la revolución no son unos benditos, pero tampoco son suicidas. Los ayatolás son conscientes de su debilidad económica, de que aún están pagando la guerra con Irak en los años 80 y de que están rodeados de bases americanas por casi todos sus costados. No son unos angelitos pero tampoco son terroristas dispuestos a inmolarse.


    4.- Irán en la región (Líbano, Palestina y Siria). El estallido de una guerra de verdad entre Estados Unidos e Irak reventaría la ya de por sí inestable situación de todo Oriente Medio. A Arabia Saudí, Israel y al Daesh habría que unirles la presencia de Irak a través de sus satélites o de Hizbulá en Siria, en el Líbano y en los territorios palestinos. En Siria se da la paradoja, y lo le he visto con mis propios ojos, de que los combatientes de las milicias iraníes conviven con los cristianos en los alrededores de Hom tan pacíficamente,  y es que el enemigo común fue el Daesh. Pero es que en Líbano, bajo los altos del Golán, los amarillos de Hizbulá conviven en un equilibrio imposible y cogido con alfileres con el régimen libanés, a unos metros de la frontera norte de Israel. Y por cierto, en la zona donde operan los soldados españoles bajo bandera de la ONU. Es decir, una guerra en Teherán supondría que saltaran por los aires los iraníes en Siria (con los rusos de la mano) y en el Líbano (con los israelíes ahí pegaditos).


   Y 5.- A modo de conclusión, una guerra hoy por hoy, es imposible. Una guerra entre Estados Unidos e Irán es, desde todo punto de vista, implanteable. Al menos una guerra como hemos entendido Oriente Medio en las últimas décadas. A bombazos, con invasiones, con derrocamientos y ocupaciones.

El pulso continuará. Como las escaramuzas y los ataques más o menos velados en el Estrecho de Ormuz, los ciberataques y las bravuconadas. Pero una guerra total contra los ayatolás desestabilizaría el mundo entero. Porque sería una guerra que acabaría con el presidente de Estados Unidos, sea cual fuere; porque haría saltar los hilvanes delicadísimos de Oriente Medio y porque los ayatolás destrozarían, aún más, su propio imperio que fue de los Persas. No sé si confundo deseos con realidad, pero ojalá no me equivoque.

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