Hablamos de uno de los terremotos más peligrosos y devastadores de la historia reciente que han tenido una magnitud de 7,7 y 7,6, además de numerosas réplicas más suaves. Un fenómeno denominado "triggering", que se produce cuando un seísmo va desencadenando el siguiente. Y es que hablamos de una zona en la que la actividad tectónica es muy fuerte.

Por ahora son cerca de 31 mil los heridos tras estos terremotos, mientras que la cifra de fallecidos no deja de aumentar. Por el momento, al menos 6.300 las personas que habrían muerto tanto en Siria como en Turquía.

Los trabajos de rescate por parte de voluntarios procedentes de hasta 65 países siguen realizándose sobre el terreno. Por eso quiero hablarte de lo que está ocurriendo en ese centro del seísmo, en cómo está la situación y en lo que puede pasar justo cuando se cumplen 36 horas tras una de las mayores tragedias que se recuerdan.

Las labores que están llevando a cabo desde esta misma mañana son cruciales. Están trabajando a contrarreloj para encontrar al mayor número posible de personas.Aurelio Soto, capitán de corbeta de la Unidad Militar de Emergencias, ha explicado en 'La Linterna' de COPEcuál es su papel en la zona: “Vamos a hacer lo que hemos hecho en otros terremotos, pero, en esta ocasión, en una ciudad que ha sufrido las consecuencias. Es un contexto especialmente duro. En cuanto lleguemos nos coordinaremos para trabajar por zonas y tratar de localizar tantas personas con vida como sean posibles”.

La ayuda de la Unidad Militar de Emergencias tras el terremoto

Son 55 soldados españoles los que han llegado a Gaziantep, a unos 33 kilómetros del epicentro y cerca de la frontera con Siria, para poner al servicio de los ciudadanos su experiencia, salvando vidas: “Lo primero que hemos hecho al llegar es al Centro de Recepción de Ayuda donde nos asignan la zona de trabajo. Nos vamos a encontrar con un escenario difícil. Nosotros vamos a aportar nuestras capacidades de búsqueda y rescate con las pértigas con cámara para meter por los escombros, dos geófonos que son capaces de detectar la respiración de una persona que esté inconsciente, nuestros perros de búsqueda, los drones anticolisión... además de nuestra experiencia y nuestro corazón con todo el cariño y la solidaridad de los españoles”.

Alepo, una región desbastada por el terremoto y la guerra

El padre Enrique González, misionero argentino, explica en COPE qué es lo que puede ver si se asoma a la ventana de su parroquia en Alepo: “Nuestra zona es bastante segura. Lo que veo desde el convento es una mezquita con su minarete dañado, pero si miro hacia el barrio veo escombros en la calle, grietas en las casas, gente muy pobre y muchas personas trabajando. Miseria y mal estado de las calles producida por tantos años de daños y, ahora, el terremoto”.

En cuanto a la situación actual en la ciudad, Enrique asegura que “lo que se ve es pánico en la gente. Falta carburante, electricidad, las cosas básicas de higiene, medicamentos... además del frío. La situación es caótica”. Se espera que llegue la ayuda humanitaria procedente de diferentes países, entre ellos España y el resto de Europa: “Supongo que va a ser más fácil que llegue a Turquía, no tengo noticias de que haya llegado la ayuda a Siria, pero que se hable de la posibilidad ya es bastante fuerte porque estábamos muy afuera de la ayuda extranjera después de la guerra en Ucrania. La situación es dramática. En nuestra casa estamos recibiendo mucha gente que tiene pánico de ir a sus casas”.

El misionero argentino recuerda cómo vivió el momento en el que se produjo el seísmo: “El momento del terremoto puro y duro, que para mí fueron dos minutos eternos, era imposible pensar en frío. Yo buscaba las partes de las columnas de la casa y esperaba que se viniera abajo. En ese momento invocaba a la virgen María y pensaba en la casa de los jóvenes que tiene una estructura más antigua. Por suerte, ningún edificio se dañó. Mientras tanto llovía que parecía hielo lo que caía”.

¿La situación puede ir a peor?: “Siempre queda esa pregunta. Todo puede ser mejor y parece que también todo puede ser peor. Lo que quiero resaltar es la actitud de la gente. Dan gracias a Dios por haberse salvado. Todos, en común, sacan el agradecimiento. Esto habla de la fuerza de un pueblo”, sentencia.