Las humaredas y el vapor siguen saliendo en vertical. Ahora mismo tengo a pocos metros un local destrozado. La lava sale por la puerta. No queda absolutamente nada. El trabajo en esta zona no ha hecho más que empezar. Se va a tardar muchos años en recuperar la normalidad. Vamos a hablar de miedo, de desilusión pero también de optimismo. Noelia García es la alcadesa de Los Llanos.

- Hace como un mes, cuando se acabó lo del volcán, dijimos que volveríamos a la isla, y aquí estamos. Hemos cumplido.

R: Muchas gracias. La verdad es que es de agradecer tenerles por aquí y que nos tengan en el recuerdo.

- Hazme una foto. Ahora mismo, ¿cómo está el patio? Ha llovido mucho esta mañana, ha hecho mucho viento. ¿Cuál es ahora la situación?

R: Es difícil resumir la situación. Ahora mismo, la principal situación es la que viven muchos vecinos que siguen sin tener una casa temporal. Mientras, están en casas de familiares o vecinos. En caravanas, en hoteles. Esa es una foto que está ahí. También está la de esos vecinos que están intentando realojarse y volver, a pesar de la situación que tenemos al sur la colada, con cantidades ingentes de arena. Llevamos trabajando mes y medio. Parece que no avanzamos. Estamos terminando los trabajos para que pueden volver a tener agua. Y, sobre todo, la foto más importante es la que se proyecta hacia el futuro. El cumplir con las expectativas de tantas personas diferentes, que tienen expectativas diferentes.

- ¿Cuánta gente se ha visto afectada? ¿Hay algún cálculo oficial?

R: 7.000 personas evacuadas de sus vivienda. Han perdido sus primeras viviendas más de 2.000 personas. Pero damnificados hay muchos más. Personas que vivían en la zona más norte pero que también han perdido su modo de vida, el sector platanero. Ese cálculo es difícil hacer con número exacto.

- La los visitantes, casan cuatro tiempos. Tiempos políticos, los tiempos periodísticos, los tiempos legales y los tiempos geológicos. ¿Cómo se combinan?

R: A todos nos pasa el pensar que las cosas son para ayer. Ya me gustaría que tuviésemos ya el agua, la carretera, que todos los vecinos se pudieran realojar. Se hace complicado. Tenemos que proponernos objetivos a corto o medio plazo. Nos hace falta el decreto para que las familias puedan construir de nuevo la vivienda que tienen ahora bajo el volcán. Un decreto que depende del Gobierno de Canarias y que espero que esta semana ya esté. Es limitante. Sólo permite construir primeras viviendas. Pero aquí, en esta zona, había muchas segundas viviendas en régimen de alquiler que posibilitan a gente de aquí mandar a su hijo a estudiar a Tenerife, porque eran una entrada importante de dinero. Pedimos eso. También, que si había alguna laguna enterrada, se pueda reabrir en terreno rústico.

- Geológicamente, ¿qué os dicen los expertos?

R: Ayer visitamos con ellos el cementerio. Hay una parte importante, así me lo hicieron saber, de interés turístico, Es una zona desde la que se ve cómo ha ido avanzando el volcán. Y yo creo que lo más importante ahora es determinar que lugares concretos tendrán que protegerse para que el resto podamos ganárselo a la lava.

- También hay que incluir el debate medioambiental y ecologista...

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R: Sí. Soy una defensora absoluta del territorio. Tenemos la responsabilidad de dejar a las nuevas generaciones una isla sostenible. Pero donde también las familias puedan vivir. Ya lo hicimos en 1949, cuando se derribó toda una zona de la fajana y, gracias a eso, muchos hemos podido ir a estudiar fuera y poder vivir. Hay que compatibilizar.

- Hablabas de 7.000 afectados. Miles más de manera indirecta. ¿Cada uno de ellos es una historia distinta? ¿Cómo gestionas eso?

R: Cada caso es un drama familiar, y cada familia está en unas condiciones distintas. Y, cada familia, vive este hecho traumático de una manera diferente. Por eso siempre hemos hablado de la reconstrucción emocional. También del apoyo entre vecinos, que ha sido fundamental durante estos meses. Entramos en una etapa muy dura y muy difícil de gestionar.

- ¿Me puedes poner un ejemplo concreto? La historia de superación de alguno de estos palmeros.

R: Una familia perdió su casa y su modo de vida, una granja. Hace dos meses que están de nuevo instalados. El otro día fue al supermercado y vi un queso producido por ellos. Además, tienen la intención de reincorporar al negocio familiar a su hija de 20 años. Toda una historia de superación.

- Entonces, de esta salís para adelante, ¿no?

R: Tenemos que salir. Nos lo debemos. Si nuestros antepasados en 1949, en plena postguerra, pudieron salir, ¿cómo no lo vamos a hacer nosotros? Se lo debemos a nuestros niños.

-¿Qué pedirías?

R: Que se cumplan todas las promesas que se han hecho. Que la reconstrucción sea una realidad y se concrete en qué va consistir. Porque lo peor que tenemos que gestionar ahora es la incertidumbre de las familias. Tenemos que dar certezas para que las familias se queden en la isla de La Palma. Y, sobre todo, que nos visiten. Agradecerles mucho, porque han estado muy pendientes de nosotros.