Acaba de llegar de Sudáfrica. Allí ha vuelto a hacerlo. Ha vuelto a bajar a lo más profundo del océano para encontrarse cara a cara con el animal más temido del planeta. Allí, en las profundidades marinas, ha vuelto a disfrutar a solo unos metros de los tiburones.

Karlos Simón lleva treinta y cinco años estudiando a estos animales. Él, a diferencia de la mayoría, no solo no les tiene miedo. Disfruta buceando entre estos animales, quedándose inmóvil ante ellos para comprobar sus reacciones. Y lo hace sin jaulas. Cuerpo a cuerpo.

Si hacemos el ejercicio de escribir la palabra "tiburón" en el buscador de noticias habitual, podremos leer noticias que aterran a cualquiera. Tiburones que atacan a bañistas, buceadores que graban el ataque de un tiburón al mismo tiempo que intentan salvar la vida o tiburones que matan a turistas.

La prensa, y las imprudencias de los bañistas, hacen que estos animales tengan muy mala fama. Y si no, ¿Quién ha podido olvidar las escenas más sangrientas de la película “Tiburón”?

Pero una cosa es el cine, y otra, lo que pasa realmente bajo el agua. “Realmente los hacen peligrosos los humanos, que a veces se meten donde no deben”, asegura Simón en los micrófonos de ‘La Noche de Adolfo Arjona’. Entonces,¿Realmente los tiburones no son tan peligrosos como los vemos en películas?

Quinientas especies de tiburones

Según le ha contado Karlos Simón a Adolfo Arjona, “existen unas quinientas especies de tiburones aproximadamente”. Aunque reconoce que hay algunas especies "algo más complicadas", entre ellas el tiburón blanco o el tiburón tigre, que alcanza en su máxima longitud hasta los siete metros.

Otra de las especies que Simón define como "complicadas" es el tiburón toro, que puede alcanzar los cuatro metros. Además "se mete en zonas de agua dulce porque remonta los ríos y contacta con seres humanos, como puede ocurrir en la India".

El tiburón longimanus es de gran tamaño y habita en distintos mares. Es muy nervioso y hay que tener cuidado durante la inmersión. Otra especie a tener en cuenta si buceamos entre tiburones: "el martillo gigante, cuando buceamos con él hay que medir muy bien las precauciones". Ante todos ellos, hay algo que debemos mantener en todo momento: la calma.

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"No son devoradores de hombres"

Simón ha organizado más de doscientos viajes en los cinco continentes. En "La Noche de Adolfo Arjona" insiste en que es importante tener en cuenta el comportamiento de estas especies, pero deja claro que es posible bucear con ellos y disfrutar sin que haya ningún incidente.

Lo sabe porque lo ha vivido en primera persona. No una vez ni dos.Karlos Simón lleva muchas inmersiones a sus espaldas. La primera vez que buceó fue en Cuba, en 1988. Desde entonces, su interés por los tiburones no ha hecho más que crecer. Y asegura que los tiburones son "animales fascinantes, y su comportamiento está muy lejos de esos devoradores de hombres en los que muchos quieren convertirlos".

En este último viaje a Sudáfrica ha dirigido una expedición de viajeros a los que ha enseñado la experiencia de bucear entre tiburones. El destino no es casualidad. Sudáfrica es uno de los lugares donde más especies de tiburones se pueden ver. Allí es posible tener mucha cercanía con ellos.

Además, el equipo de Karlos utiliza cebos para que los tiburones se acerquen más, y eso genera entre los buceadores una adrenalina impresionante porque los tiburones están a un palmo de ellos. "Los buceadores están cara a cara con los tiburones. Los separan unos diez o quince metros de distancia". Insistimos: no utilizan jaulas.

A los valientes que bajan con él, no se cansa de repetirles: “Solo es necesario tener tranquilidad y seguir las normas de seguridad para no sufrir ningún ataque.”

Aunque es una experiencia al alcance de todos los bolsillos, sólo se atreven los aventureros más valientes

Desde España a Ciudad del Cabo hay 11.000 kilómetros. Para llegar hasta allí, hay que viajar en avión. El viaje es largo. Tras un vuelo de ocho horas, hay que hacer escala en Angola y otra a Johannesburgo. Y por último, una última escala para llegar a la ciudad de Durban.

Son veinte horas de viaje, aunque Simón reconoce que es un plan para todos los bolsillos. Sólo hay que cumplir dos requisitos indispensables: ser un buen aventurero y saber bucear. Y aquí viene lo más difícil: siempre, en todo momento, debemos mantener la calma. Pase lo que pase. Porque ahí abajo, como dice Karlos Simón, ellos son los amos.

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