Hace unos días un compañero de un medio público aseguraba que en el Ayuntamiento de Madrid se estaban preparando para hacer frente a una nueva tormenta como Filomena porque lo habían pronosticado las Cabañuelas. El Ayuntamiento de Madrid ha desmentido que se esté preparando para nada porque hay un anticiclón de cuidado. Las cabañuelas son un sistema para predecir el tiempo observando lo que sucede en el mes de agosto. Son tan útiles para saber si va a llover como mirar los posos del café. Pero últimamente han crecido los creyentes en las cabañuelas porque se han convertido en un fenómeno televisivo y muy viral.

Teóricamente vivimos en una sociedad que ya solo cree en la ciencia. Estamos esperando, por ejemplo, que los científicos de la AE del medicamento autoricen el uso del antiviral Paxlovid para combatir los efectos del covid. Teóricamente vivimos en una sociedad que cree ya solo en la ciencia, y sin embargo aumentan los creyentes en las cabañuelas, en fórmulas esotéricas venidas de Asia, en la cábala, en el pitagorismo, en el tarot, el karma. Crece el mercado de servicios místicos en una sociedad en la que teóricamente no se cree en nada. La creencia se ha convertido en un producto de automedicación que, este sí, se distribuye en los supermercados y que no exige ningún examen racional.

Más de la mitad de los españoles pensamos que el sistema político tiene que ser reformado de arriba a abajo. Seguramente no es solamente un problema del sistema sino también de los políticos. Mientras estamos en medio de una sexta ola que ha vuelto meter la misma presión en los hospitales y en las UCIS que la del año pasado, y ha desbordado a la atención primaria tenemos a los dos partes del Gobierno y de la oposición intentado sacar tajada de las polémicas del ministro Garzón.

El divorcio entre necesidades políticas y necesidades reales es cada vez más grande. En este momento una necesidad perentoria es que los médicos de primaria puedan dar de baja y de alta al mismo tiempo por covid para no tener que dedicar tanto tiempo a las tareas burocráticas. El ministro de Seguridad Social dice que eso ya se puede hacer, pero en realidad solo se puede hacer en los que las bajas duran menos de cinco días. Y las bajas son de 7 días. Las mutuas de trabajo y las comunidades le piden al Gobierno de Sánchez el cambio de un decreto.

Cataluña y Valencia ya han tirado por la calle de en medio y van a dar las altas automáticas a los siete días.

Cuando tenemos los test de antígenos más caros de Europa estamos a la espera de una decisión que llega tarde del Gobierno de Sánchez. Mañana nos anunciará la solución: siguen empeñados en que se vendan solo en Farmacias y seguramente el Gobierno pondrá un precio máximo, lo que en tiempo de escasez es contraproducente.