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La copresentadora de 'La Tarde' de COPE, Pilar Cisneros, analiza cómo ha cambiado nuestra vida tras la aplicación del confinamiento. 

Hoy escuchaba la noticia de que el aeropuerto de Barajas ya solo utiliza la terminal 4 para todas las compañías debido al escaso número de vuelos que operan. Un síntoma más, otra señal de la guerra que estamos librando, una guerra contra un enemigo minúsculo pero que ha conseguido parar el mundo.

Hoy hemos superado la barrera de los 10.000 fallecidos por coronavirus, un dato terrible, devastador, porque detrás de cada número hay un nombre, una familia, unos amigos…

Pilar Cisneros analiza la economía durante la crisis del coronavirus

Y además tenemos otra nube negra sobre nuestras cabezas que es la difícil perspectiva económica de la que ya tenemos un anticipo en los datos de paro conocidos hoy: el paro sube en 300.000 personas y la seguridad social pierde 834.000 afiliados. El coronavirus ha parado España y congelado la economía.

Vivíamos en el mundo más globalizado de la historia con vuelos low cost que nos trasladaban a cualquier continente lejano en pocas horas y de repente nuestro horizonte está entre las cuatro paredes de nuestra casa. Y tenemos que dar gracias por ello.

El análisis de Pilar Cisneros, sobre el confinamiento

El confinamiento es duro, pero no es lo peor, lo peor está ahí fuera en la primera línea de batalla entre UCIs, respiradores y el oxígeno fundamental para agarrase a la vida.

El mundo se nos ha hecho pequeño de repente, pero creo que, por el contrario, el corazón de la gente, de la gente, gente se está haciendo mucho más grande. El corazón de médicos, enfermeras, empleados de la limpieza, transportistas, taxistas, agricultores, ganaderos, reponedores, repetidores, fruteros, farmacéuticos, fuerzas de seguridad y tantas personas que afrontan con un coraje extraordinario una tarea épica para la que nadie les había preparado.

También el corazón grande de muchas personas normales como tú que me escuchas, personas que ayudan, preguntan, acompañan, se solidarizan y aplauden cada tarde. Son corazones que luchan y no se rinden. Es la fuerza en la que basamos un éxito que llegará, y que hoy está más cerca que ayer.