Es posible que muchos de vosotros penséis que eso de las sectas destructivas es cosa de películas, o al menos de algún grupo aislado. Sin embargo, este pensamiento es un error, ya que la Policía ha alertado sobre que cualquiera puede caer en manos de estos grupos. Basta un mensaje adecuado, recibido en un momento de vulnerabilidad para que aumente de forma exponencial el riesgo de ser captado.

Para que te hagas una idea, solo en lo que llevamos de año la Comisaría General de Información ha desarticulado tres de estos grupos, uno de ellos, que actuó en Castellón desde hace décadas, especialmente peligroso. Por ello, Cruz Morcillo y Pablo Muñoz han analizado este fenómeno de las sectas destructivas en ‘La Tarde’.

“No hay una secta tipo, sino que venden su producto en función de la demanda que exista en cada momento”, explica. Por ejemplo, la pandemia ha provocado una mayor oferta. Tampoco hay líderes con un perfil determinado, más allá de su capacidad de persuasión, ni una única forma de actuar. Pero claro, hay un par de cosas comunes a todas ellas: “la primera, los daños que provocan, que son muy duros, y en ocasiones hasta irreversibles en función del tiempo de permanencia en el grupo”, subraya. Cuanto más prolongada sea, mayores son los estragos. Y la segunda, “utilizan técnicas de manipulación coercitiva para controlar al adepto, ya sea mediante el consumo de sustancias psicoactivas o, simplemente, con charlas, convivencias”, subraya.

"El factor que desencadena la captación puede ser la mera curiosidad"

Lo mismo sucede con las víctimas, tampoco las hay de un solo tipo y ni siquiera el nivel económico, cualificación profesional o nivel cultural, son determinantes. “El factor que desencadena la captación puede ir desde la mera curiosidad, a individuos que quieren vivir experiencias diferentes o, incluso, gente desesperada porque sufre alguna patología y necesita creer que el líder de la secta les puede curar”, explica. Aunque, no existe una clasificación de grupos sectarios, en dos de las operaciones de este año ha coincidido que sus fieles participaban en rituales con consumo de sustancias psicoactivas.

Así en Asturias y Barcelona los líderes consiguieron que los individuos captado sufrieran una distorsión de la realidad. En la primera, en Langreo, fueron detenidos cuatro miembros de una secta neochamánica que organizaba ceremonias a las que solían acudir menores. El líder, de nacionalidad sueca, oficiaba estos rituales por toda España y “vendía entre sus adeptos rapé, ayahuasca y yopo”, incide. Según la investigación, este individuo se valía de esas sustancias psicoactivas para facilitar tanto la captación como el control de los adeptos. Además, su venta era la vía de financiación del líder y su familia.

La segunda se hizo en la comarca de Berguedá, en Barcelona y hubo dos detenidos. “Los agentes actuaron cuando iba a comenzar un ritual en el que, con distintos pretextos, se ofertaban sustancias psicoactivas”. Entre los arrestados estaba una mujer que se anunciaba como 'sacerdotisa chamánica, psicoterapeuta y 'coach''. Era presentada como 'mujer medicina' por las sustancias que suministraba y asistida por el 'músico medicina'. “Y lo más grave, en ambos casos esas sustancias se empleaban como sustitutos de terapias tradicionales o de medicamentos tradicionales, lo cual es peligroso”.

¿Cómo se produce la captación?

Lo normal es que capten a los fieles por redes sociales abiertas y a partir de ahí comienza el engaño, porque no informan ni de sus métodos, ni de su doctrina, ya que su objetivo es controlarlos, porque como es lógico bajaría su clientela. Los llevan a los lugares de retiro, donde por supuesto no hay nadie capacitado para atender a quien sufra un problema médico.

“Y esto es grave, primero porque se pone en riesgo la vida de la gente, y segundo porque en cuanto hay consumo de sustancias psicoactivas sin autorización médica ya existe un delito contra la salud pública”. Es verdad que por ahora no se han detectado muertes relacionadas de forma directa con esos consumos, pero hay que tener en cuenta que los efectos duran muchas horas y las víctimas pueden sufrir las consecuencias cuando ya ha terminado el ritual y abandonado el lugar de la reunión. Esas sustancias provocan brotes psicóticos, taquicardias, hipertensión.

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“Los fieles pagan en torno a 150 euros por toma o por retiro, y tienen la posibilidad de probar varias sustancias, cada una con su tarifa correspondiente”. Cada 'retiro' dura como poco una noche y empieza la tarde anterior, pero también los hay de fin de semana, más 'profesionales' en los que también se dan charlas, se intercambian de experiencias e interpretaciones de lo vivido, por supuesto todo ello dirigido por el líder como el 'ser superior' que los adeptos creen que es, entre otras cosas como efecto de las sustancias. Los consumos, además, se visten con rituales «no es un botellón, para entendernos», sino que se envuelve en un halo de espiritualidad, con músicas que invitan a la introspección y la utilización de copas o cálices que les ofrece el chamán.