Hace 50 años, en un acto de amor y pasión por la espeleología, Remedios y Emilio intercambiaron anillos a 150 metros de profundidad en las cuevas del agua en Iznalyot, Granada. El deseo de la pareja de explorar cavidades naturales y las ganas de una boda única los llevó a este lugar tan especial.

Remedios ha revelado a Pilar Cisneros, en 'La Tarde´ que la idea de casarse en la cueva surgió entre risas, fruto de una conversación con otros amigos espeleólogos. Lo que comenzó como una broma se convirtió en una decisión firme: "Yo no me caso hasta que no lo haga en una cueva", dijo en aquel entonces.

Una carrera contra el tiempo

Tras la boda en las cuevas, la pareja tuvo que salir corriendo hacia Madrid para participar en un programa de televisión. Sin tiempo para banquete ni maletas, vivieron un día lleno de prisas, emociones y sorpresas, dejando atrás a familiares y amigos que habían acudido a celebrar con ellos. “Nos esperaban en el aeropuerto para ir a Madrid, así que no tuvimos más remedio que salir a todo correr. Yo me fui sin maleta, sin libro de familia y sin nada. Cuando ya llegamos, pensé, pero bueno, ¿y ahora cómo me cambio? Estuve todo el día allí, en el Prado del Rey con el vestido de novia y los zapatos llenos de barro”, recordaba Remedios entre risas.

Y no dejaron atrás a pocas personas precisamente. Días antes, un periódico local quiso anunciar su compromiso y cuando llegó la boda, se presentaron cerca de mil asistentes. “Estuvieron todas las abuelas y todo el mundo allí arriba. Además de todos los pueblos colindantes de por allí. Aquello fue una romería. Recogimos un libro en la puerta de la cueva con 600 firmas”, ha comentado Emilio.

Casarse de nuevo en el mismo sitio

Ahora, 50 años después, Remedios y Emilio se preparan para renovar sus votos en la misma cueva, esta vez acompañados por sus cuatro hijas y ocho nietos. A pesar de sus 79 años, están en plena forma y listos para descender nuevamente a las profundidades donde comenzó su historia de amor. Cuenta Remedios que se encuentran preparados y que “no tienen tantos nervios como la primera vez porque ahora ya sabemos a lo que vamos. Antes íbamos a ciegas y no sabíamos qué iba a pasar” y agrega que "ahora el lugar está mejor acondicionado para el público y que el acceso es más sencillo".

Aunque la anécdota de "novios a la fuga" la recuerdan con cariño, esperan que, esta vez, puedan disfrutar en calma de la calebración acompañados de toda la familia y, por supuesto, con su fiesta y banquete.