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Un investigador explica por qué "el insulto forma parte de todas las relaciones sociales y comunidades"

Jesús María Usunáriz, miembro del Grupo de Investigación del Siglo de Oro, ha explicado en 'La Tarde' como han evolucionado los insultos a lo largo de la historia de nuestro país

Un investigador asegura que el insulto forma parte de todas las relaciones sociales y comunidades

Tiempo de lectura: 2'Actualizado 21:36

Los insultos, por suerte o por desgracia, son algo que nos acompañan a todas las personas en nuestro día a día y, por supuesto, en la campaña electoral también tienen su presencia. Pero esto de los insultos no es algo nuevo, insultar tiene tanta historia como el ser humano. Insultar, en ocasiones, es un arte. De hecho, a lo largo de la historia de la literatura española podemos encontrar varias de estas piezas artísticas.

Quevedo, por ejemplo, era un hombre con una inmensa creatividad para insultar. A Góngora lo llamaba perlas como “bujarrón” o “marrano”, además de dedicarle poemas enteros como el famoso “Érase un hombre a una nariz pegado”. Tanta rivalidad había entre ambos que Quevedo llegó a comprar la casa donde vivía Góngora para desahuciarlo.

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El estudio de los insultos españoles

Jesús María Usunáriz, licenciado en geografía e historia por la Universidad de Navarra, es miembro del Grupo de Investigación del Siglo de Oro (GRISO), y ha explicado en 'La Tarde' que “el insulto forma parte de todas las sociedades y relaciones comunitarias, y en España es bastante frecuente”. El insulto tiene, según el profesor Usunáriz una gran diferenciación con la sátira: “El insulto es un exabrupto que a veces nos sale y que utilizamos para denigrar al que tenemos en frente, mientras que la sátira es más elaborada”.

“Ya en las partidas de Alfonso X el Sabio, en el siglo XI, se recogían algunas injurias en las que se utilizaban calificativos como 'judío', que en aquella época era un insulto”, ha explicado Usunáriz, quien además comentaba que existen distintas “categorías” de insulto: “La contumelia, que sería algún tipo de injuria, el convicio, que es insultar a alguien por algo de lo que no tiene culpa, o el improperio, que es echar algo en cara a alguien”.

De los archivos de procesos judiciales sobre injurias de entre los siglos XVI y XVIII, Usunáriz y su compañera Cristina Tabernero han recogido más de 600 insultos, de entre los cuales destaca el desusado “bellaco”, seguido de otros que siguen más vigentes como “puta”, “perro” o “borracho”. Curiosamente, un tipo de insulto que hoy está a la orden del día, el político, no era muy utilizado durante aquellos años. Estos se empiezan a utilizar durante la guerra de sucesión española con “botifler”, que se utilizaba para referirse a los partidarios de los Borbones.

Era una época en la que el insulto y la injuria tenían tanto poder para dañar el honor de una persona, que se abrían una gran cantidad de procesos judiciales para poder limpiar la imagen. En ellos el objetivo era demostrar que a una persona se le había insultado y se llamaban a todos los testigos de aquellos insultos para ver si realmente se había producido o no.

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Las mentiras, un tipo de insulto

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Muchas veces se define la mentira como un insulto a la inteligencia y, precisamente, de mentiras, habló Carlos Herrera en uno de sus monólogos de esta semana en los que ha repasado la campaña electoral previa a estas elecciones del 23 de julio. Puedes escuchar el monólogo completo en el siguiente video.




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