El escándalo por las injerencias del ministro Grande Marlaska en la Guardia Civil suma hoy un nuevo capítulo. Esta mañana el máximo responsable operativo del cuerpo ha presentado su dimisión. En el organigrama del instituto armado, al margen de la directora general, que es un cargo político, no hay nadie por encima de él. Es el DAO, el director adjunto, al que vimos cada día junto a Fernando Simón y al resto de portavoces del Gobierno durante las primeras semanas del estado de alarma para explicar las novedades, en su caso, en materia de seguridad.

Y este teniente general, que se llama Laurentino Ceña, ha presentado su dimisión tan solo un día después del cese fulminante del coronel Pérez de los Cobos como jefe de la comandancia de Madrid. Esta decisión política no ha gustado nada en las altas esferas del cuerpo y el primero en dar el paso, poniendo cara al malestar general, ha sido el máximo responsable operativo del cuerpo. Se va , se marcha, cuando podía haber incluso esperado nada, unas semanas, porque su jubilación efectiva está a la vuelta de la esquina. Sin embargo, ha preferido hacer bueno el lema del cuerpo, el honor es mi divisa, y ha preferido no tragarse un sapo demasiado envenenado que les ha repartido a todos los guardias civiles el ministro Grande Marlaska.

En el origen de todo está la investigación abierta para depurar responsabilidades por la autorización de las marchas del 8 de marzo. En esta causa está imputado por prevaricación administrativa el delegado del Gobierno en Madrid, José Manuel Franco, el secretario general de los socialistas madrileños. Y Marlaska quería conocer más de lo que la ley permite; el coronel se negó y de ahí su cese fulminante.

La cadena COPE ha tenido acceso al atestado policial que le ha costado la cabeza al jefe de la comandancia de Madrid y que tiene una conclusión principal. La Delegación del Gobierno tenía conciencia del peligro sanitario que se corría al autorizar las marchas del 8 de marzo. La pregunta es evidente y nos la hemos hecho mucho durante estas semanas. ¿Por qué no las prohibieron? Por razones son evidentes. Por motivos tan políticos por los que ahora cesan al coronel.

Un coronel, Pérez de los Cobos, que les ha recordado uno de los principios de la guardia civil. El del honor. Porque entre que le destituyan, como así ha sucedido, o entre que le abran diligencias por falsedad documental o por filtrar los datos de una investigación dirigida por un juez, ha optado por lo primero. Igual duerme mucho más tranquilo de lo están haciendo otros.