Hoy nos hemos sumado al homenaje organizado a las víctimas del coronavirus. Lo hemos hecho porque siempre hay que tener memoria, aunque se ha demostrado que el acto organizado por Moncloa ha sido incompleto. Por muchas razones, el Gobierno se resiste a reconocer la verdad. Y la realidad, con datos desde los propios organismos públicos, habla no de los 28.500 muertos que admite el Gobierno. La realidad supera los 44.000 fallecidos por coronavirus en España.

Ese es el primer gran borrón del acto. Luego está el afán de Sánchez e Iglesias. Afán que a veces se convierte en enfermedad para subrayar el cariz extremadamente laicista de este Gobierno. Por eso, Sánchez ha querido organizar un acto a su medida y no a la de un país mayoritariamente católico, que reclama un funeral del Estado. Ese funeral se ha realizó en Madrid y en el que el presidente del Gobierno dio plantón a los Reyes.

Sin conocer la cifra de las personas que han muerto por coronavirus en España, en ese homenaje hemos escuchado a los sanitarios. Les ha puesto voz Aroa López. Ella tiene 40 años y toda su vida profesional la ha desarrollado en las urgencias de un hospital. Trabaja en el Hospital Vall d'Hebrón y ante todos los representantes públicos ha reflejado el calvario que han vivido los pacientes durante todo este tiempo. Los enfermos y los profesionales que les han cuidado: “Nos hemos tenido que tragar las lágrimas cuando alguien nos decía que no quería morir solo”, comentaba emocionada.

El mensaje de los sanitarios llega en un momento en el que se siguen expandiendo los focos de coronavirus. En Herrera en COPE hemos estado en Albalate de Cinca. Allí se ha habilitado un pabellón para aislar a una treintena de temporeros contagiados. Vivían de forma irregular. Para contener el foco, se ha habilitado en apenas 8 horas un espacio dentro de un pabellón. No es ningún hospital, como el que vimos durante los días más duros de la pandemia. Se ha coordinado sanidad y servicios sociales para que estas personas estén atendidas y que el brote no se extienda. Lo ha contado en Ana Monclús, directora de atención primaria del Hospital de Barbastro: “Son pacientes la mayoría asintomáticos. Como son más vulenerables, por religión, por idioma...no perciben que están enfermos. Hay que estar encima de ellos y hay dos enfermeras que pasan tres veces al día a mirarles las constantes”, nos explicaba.

Estos brotes están sirviendo también para comprobar las condiciones en las que viven muchos temporeros en España. Y es algo que habrá que regular y vigilar, porque la situación no es ni mucho menos la ideal.