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A las 12 y media, en punto, el Rey emérito ha llegado al puerto deportivo de Sanxenso.

Es la imagen del día. Con movimiento lento, apoyado en un bastón y vestido con polo blanco de manga larga, chaleco blanco hueso y pantalón sport de un tono rojizo. Don Juan Carlos ha ido saludando uno a uno a una veintena de personas que le esperaban en el Puerto cumpliendo con el protocolo. Durante un par de minutos se ha acercado a un centenar de personas que le vitoreaban desde unas vayas de seguridad. En ese momento entraba también en escena su hija, la infanta Elena. Junto a ella ha saludado cariñosamente a la tripulación del “Bribón 500” su barco de toda la vida, que participará en la regata a partir de las 3 de la tarde, no sabemos si con Don Juan Carlos a bordo o no.

Sanxenxo está hasta arriba, hay muchísima gente ya y más que va a llegar a partir de esta tarde. Los deportistas de las regatas, los que acuden a presenciar las pruebas, los que pasan allí el fin de semana, curiosos, periodistas, fotógrafos y muchos miembros también de las Fuerzas y Cuerpos de seguridad. Porque se ha montado un gran dispositivo de vigilancia en torno al Rey Juan Carlos.

En la casa donde se hospeda hay agentes de la guardia civil de paisano, porque esa es la indicación que se ha dado, discreción y poco personal uniformado dentro del operativo. En consonancia con los deseos del Gobierno de rebajar la extraordinaria exposición pública que finalmente ha adquirido esta visita. Ayer ya se cuidó en el aeropuerto que todos los que se acercaran al rey fueran gente de paisano. La Guardia Civil también escoltará a Don Juan Carlos en todos sus desplazamientos.

A la espera de que comience la regata y el Bribón navegue de nuevo, el rey Juan Carlos va cumpliendo una nueva etapa en su biografía, el día en el que reapareció tras volver a España.