David es un padre de familia, casado y con cinco hijos que, un día, comenzó a sufrir un dolor en la mano derecha. Poco a poco, ese dolor se fue extendiendo y acabó necesitando de una silla de ruedas para poder desplazarse. Cuando los médicos le dijeron que lo único que podían hacer por él era paliarle el dolor y le quitaron cualquier esperanza de curarse, David decidió poner el caso en manos de Isidoro Zorzano, uno de los primeros miembros del Opus Dei, al que David tiene mucha devoción y que se encuentra enterrado en la parroquia de san Alberto Magno, en Madrid. Después de que tanto él como su familia y amigos rezaran una novena a Zorzano pidiendo su curación, David ha recuperado completamente la movilidad. Una curación inexplicable, aparentemente.

En 'Mediodía COPE' hemos hablado con Alberto Fernández, delegado episcopal para las Causas de los Santos del Arzobispado de Madrid, donde analizan casos como el que le ha sucedido a David, para determinar si esa curación es un auténtico milagro. El sacerdote ha explicado que "hacemos un estudio previo para determinar si una curación puede ser considerada como milagrosa. Es un proceso larguísimo en el que intervienen muchos médicos y especialistas. Nosotros hacemos la primera parte y, después, va a Roma, donde termina de estudiarse por un grupo de especialistas médicos".

"Antes de enviar el proceso a Roma, se hacen cuatro pericias médicas por peritos independientes y objetivos, no tienen por qué ser creyentes. Se les pregunta por el caso concreto, de forma separada y bajo secreto, qué pronóstico tiene la enfermedad, qué terapias se han utilizado y si ellos pueden explicar, desde sus conocimientos médicos, la relación causa-efecto entre la terapia que se ha utilizado y el estado actual de la persona que ha sido curada. Al médico no se le pregunta si es o no un milagro, porque esto es una categoría teológica, no médica. Simplemente, se les pregunta si ellos pueden explicar si, con la terapia que se ha utilizado y desde el diagnóstico y el pronóstico que se había dado, se puede explicar el estado actual. Si ellos consideran que la curación es inexplicable, se inicia un proceso en el que se interroga a los médicos que le trataron, se interroga a los testigos que rezaron y se envía a Roma. Allí hay una comisión médica, formada por siete médicos de los cuales, al menos cinco, tienen que dar el parecer positivo sobre esta inexplicabilidad", señala Fernández.

El sacerdote también ha apuntado que se trata de procesos muy largos porque "es un proceso que dura varios años. ¿Por qué? Porque la curación tiene que tener varias características: tiene que ser instantánea, tiene que ser completa pero, además, tiene que ser duradera. Hay que comprobar que, con el paso de los años, la enfermedad no vuelve a aparecer. Simplemente, por este dato, tenemos que esperar que pase el tiempo para ver si la persona que ha sido curada no vuelve a recaer en la enfermedad", ha afirmado el delegado episcopal para las Causas de los Santos del Arzobispado de Madrid.

Alberto Fernández ha concluido explicando por qué es necesaria la presencia de un milagro para que la Iglesia proclame a alguien como 'beato': "El milagro es como la certeza que tiene la Iglesia de que esa persona está en el Cielo intercediendo ante Dios, y que lo que pidamos a Dios por intercesión de este siervo de Dios se nos concede. Por decirlo así, el milagro es como si llamásemos a Dios mismo a declarar en el proceso, a que Él mismo, con Su dedo, diga 'esta persona está ante Mí, intercediendo, y Yo os la propongo como modelo intercesor', que es lo que se busca en los procesos de beatificación y canonización".