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Empieza el Adviento: ¿Cuál es la mejor manera de prepararnos a la Navidad?

En el podcast 'Siempre aprendiendo', el periodista y sacerdote Josetxo Vera da las claves para celebrar este tiempo de preparación a la Navidad

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Josetxo Vera
Twitter Josetxo Vera

Tiempo de lectura: 4'Actualizado 13:29

Seguramente todos sabemos cuál es la diferencia entre el perihelio y el afelio e incluso sabríamos decir qué son estas dos realidades. Nos hablan de la órbita de la Tierra en relación con el Sol: el perihelio es el tiempo en el que la Tierra está lo más cerca del Sol que va a estar y el afelio es el momento en el que más lejos está.

Si un espectador se pusiera en Marte y viera la Tierra alejándose del Sol podría pensar que ese alejamiento es definitivo. Pero si esperase un poquito de tiempo se daría cuenta de cómo la Tierra también se acerca al Sol. Algo parecido, expresaba Ortega y Gasset, pasa con la historia del hombre respecto a Dios. Hay épocas de alejamiento de Dios y hay momentos de gran acercamiento a lo divino.

Uno de esos tiempos de acercamiento a Dios que ilumina nuestra vida es el tiempo del Adviento que es el que vamos a comenzar este próximo fin de semana. Con el Adviento comenzamos un nuevo Año Litúrgico y comenzamos a tener en nuestra cabeza y en nuestro corazón los sucesos más importantes del plan de salvación de Dios, el momento en el que Dios se hace hombre.

La Iglesia nos propone este tiempo de Adviento, cuatro domingos de preparación a la Navidad donde preparamos la redención del hombre y la salvación del ser humano. Es la gran manifestación de Dios que nos ama y, por tanto, es el tiempo en el que miramos de manera especial a la Virgen María y vemos con esperanza esa concepción hecha por el Espíritu Santo del Salvador.

Este tiempo de Adviento nos invita a tener tres miradas: en primer lugar hacia la Historia. El Adviento era la gran esperanza de los pueblos del Antiguo Testamento que ansiaban con todo su corazón la venida del Mesías Prometido que iba a realizar la nueva unión entre el Hombre y Dios. Ese tiempo de Adviento histórico, que camina desde Adán hasta la encarnación de Jesucristo, es el tiempo del Antiguo Testamento y allí, asomándonos a los profetas, nos damos cuenta de que es una esperanza creciente y se acerca el tiempo de la nueva y definitiva alianza del nacimiento de Jesucristo. Un Adviento que se prolongó durante miles de años, una gran esperanza que iba a tener parte cuando la promesa tuviera su cumplimiento. Ese es el Adviento de la historia que esperaron todo el pueblo de Israel elegido por Dios.

Hay también un Adviento místico: es la preparación del corazón del hombre para la venida de Jesucristo, hoy, aquí y ahora. Un Adviento que podemos vivir, preparándonos para la Navidad. El Adviento que actuamos en nuestros corazones y que tiene mucho que ver con arrancar de nosotros los vicios, los pecados y acercarnos a la virtud. Es un tiempo adecuado para anunciar a Jesucristo y estar con Él. Podemos recordar también la figura de San José que estuvo nueve meses esperando el nacimiento de Cristo y cuando ya se estaba aproximando el momento tuvo que prepararlo todo: un lugar donde poner al Salvador cuando naciera, un lugar cómodo para la Virgen María en medio de los animales, un lugar resguardado y cálido. Esa preparación de San José nos puede ayudar para nuestra propia preparación para este tiempo de Adviento.

Y luego hay una tercera mirada. Hemos mirado a la historia, al presente y hay también una mirada a la venida definitiva de Cristo al final de los tiempos que también necesita preparación por nuestra parte. En el fondo estamos siempre preparándonos para llegar a Cristo. Al final de los tiempos Jesucristo vendrá a coronar su creación y a cada uno le concederá esa vida eterna. Por eso este Adviento que vamos a vivir lo miramos desde la historia, desde nuestra propia vida y desde la preparación de la segunda venida de Jesucristo.

El Adviento empieza con las vísperas del domingo. Desde este próximo sábado empezamos a prepararnos para el Adviento. Comienza el 28 de noviembre y terminará con las vísperas de la Navidad. En este tiempo nos fijaremos como los sacerdotes van revestidos de morado, color de espera activa y de preparar la venida de Jesucristo con palabras y obras. Es un color que también nos habla de austeridad y penitencia. Y así nos acercaremos a los cuatro domingos del Adviento que tienen también cuatro temas distintos.

En el primer domingo de Adviento se nos va a hablar de esperar a Jesucristo que viene de manera vigilante: “Velad, estad preparados que no sabéis cuando llegará el momento”. Es importante que cada uno de nosotros hagamos una lista de propósitos que queremos para alcanzar la Navidad. Hay gente que prepara el belén durante todo el tiempo de Adviento, pero esa preparación va unida a su propia vida interior y va incorporando las figuras en función de sus buenas obras. En esta primera semana es fundamental que hagamos propósitos para este tiempo de Adviento y vale la pena que nos acerquemos a buscar el perdón de las personas que hemos ofendido.


El día 6 de diciembre será el segundo domingo de Adviento y se hablará de la conversión. La predicación que escucharemos será la de Juan el Bautista que “prepara el camino del Señor”. Una acción especifica y una labor nuestra que podemos hacer con nuestro acompañante espiritual. Nos procuramos acercar en este tiempo, como expresión visible de nuestra conversión, al sacramento del perdón y a la reconciliación con Dios.


El tercer domingo de Adviento será el día 13 y escucharemos el testimonio de la Virgen María que vive entregada al prójimo. Nos ayuda la celebración de la Iglesia a recordar su figura que se prepara para ser la madre de Jesús y está dispuesta a no olvidar a los que tiene a su alrededor.

El cuarto domingo es el Anuncio del Nacimiento de Jesús hecho a José y a María. Las palabras de Dios que vamos a escuchar este domingo nos ponen los ojos en la disposición de la Virgen María. Tenemos que llegar a ese domingo, 20 de diciembre, con esa misma disposición. Procuraremos vivir esa disponibilidad y ahora solo nos queda mirar al belén que espera la llegada del Niño. 4 domingos para prepararnos para la llegada de Jesucristo.

Decía Ortega y Gasset como él veía en ese acercamiento de la Tierra al Sol como un acercamiento del hombre a Dios y titulaba ese ensayo “Dios a la vista” como esos navegantes que desde lo alto del mástil buscaban la Tierra. En el fondo todo nuestra vida es un deseo de encontrarnos con Jesucristo porque necesitamos siempre un amor definitivo. Este tiempo de Adviento tiene que ser como un descubrimiento del Dios todopoderoso que es un Padre bueno que nos salva, nos sostiene y nos ofrece la vida eterna.

Este Adviento no es el Adviento del año pasado u del anterior, es un Adviento nuevo, con objetivos nuevos. Ojalá que lo vivamos así y tengamos un cambio en nuestros corazones en este tiempo de Adviento.

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