¿Tiene el mismo efecto comulgar con la mano que con la boca?

El capellán Francisco Gabaldón responde en el consultorio 'Creer hoy' a esta cuestión que genera dudas entre los fieles en tiempos de pandemia

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La crisis sanitaria provocada por la COVID-19 ha obligado a alterar nuestras costumbres a la hora de asistir a los lugares de culto. Las misas han cambiado ligeramente para adaptarse a las recomendaciones ofrecidas por el Ministerio de Sanidad para garantizar la seguridad y evitar el contagio del virus.

Uno de los cambios más significativos que han podido experimentar los fieles es a la hora de recibir la Comunión, que ha pasado de ser de la boca a la mano. El capellán del Monasterio de La Inmaculada y San Pascual de las Hermanas Clarisas de Madrid, Francisco Gabaldón, ha recordado que la Conferencia Episcopal Española ya facilitó una guía pública donde, entre otras instrucciones, manifestaba que la comunión debía darse con la mano, pese a la falta de costumbre: “Las dos formas son válidas, pero tenemos que ser conscientes de la situación extraordinaria en la que vivimos”.

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El capellán Francisco Gabaldón, en Creer hoy: No podemos acomodarnos a ver las misas por televisión

Por ello, insta a los asistentes al culto a seguir los dictados del Ministerio de Sanidad: “Es igual que cuando un médico te receta un medicamento para que te cures. A nadie se le ocurre no tomarlo. En este caso es lo mismo. Las recomendaciones se tienen que seguir porque nos ayuda a vivir. No debe haber discuión sobre esta cuestión, porque recibir al Señor mediante la boca o la mano es hacerlo con la misma dignidad. Es un debate banal ahora mismo”, sostiene el capellán.

Francisco Gabaldón ha precisado además que, si alguna lección podemos extraer del COVID-19, es que la salud es un bien que hemos de cuidar no solo por nosotros mismos, sino para el cuidado de los demás. Por ello, toca extremar las precauciones, también en las parroquias: “Lo importante es recibir a Cristo y comulgar. La comunión en la mano es además la manera más antigua de comulgar. Luego fue en la boca. No podemos poner en riesgo a los demás. Se ha escuchado alguna vez el argumento absurdo de que soy inmune porque al comulgar entro en lo más sagrado, que lo es, y el Señor ya no me pega algún virus”.

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