Así viven los cristianos en Irak tras la derrota del Estado Islámico

En 2014 los cristianos en Irak tuvieron que huir de sus casas por los continuos ataques de los terroristas del autoproclamado Estado Islámico

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En agosto de 2014, las unidades del Daesh arrasaron y conquistaron los asentamientos cristianos de la llanura de Nínive, al norte de Mosul. Más de 120 mil cristianos tuvieron que huir con lo puesto rumbo a la ciudad kurda de Erbil, donde se refugiaron.

Durante los siguientes 3 años, el principal apoyo con el que contaron las comunidades de cristianos desplazados fue el arzobispo católico caldeo de Erbil. Monseñor Bashar Matti Warda fue uno de los pilares en la manutención y en la ayuda que recibieron los refugiados cristianos.

A partir de 2016, cuando las fuerzas iraquíes y sus aliados pudieron recuperar los territorios al Daesh, muchos de los cristianos que huyeron regresaron a sus ciudades natales, o a lo que quedaba de ellas. Pero muchos otros decidieron quedarse en Erbil o emigrar del país.

En una entrevista con la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, monseñor Warda explica que el ataque del Daesh ha sido una situación excepcional, pero no aislada, en el ciclo de violencia recurrente que sufren los cristianos en Oriente Próximo desde hace más de 1 400 años.

El arzobispo caldeo de Erbil señala que la irrupción del grupo terrorista ha acabado con la tolerancia y la convivencia entre las diferentes religiones presentes en el país, donde los cristianos se han convertido en ciudadanos de segunda clase.

Monseñor Warda cree que la construcción de un futuro mejor pasa por un trabajo consciente dentro del propio mundo musulmán, y señala como ejemplos lo que está sucediendo en países como Egipto, Jordania o incluso Arabia Saudí.

El arzobispo recuerda que su papel es el de un misionero que da testimonio de las enseñanzas de Cristo y da ejemplo a los vecinos musulmanes de que hay un camino de perdón, humildad, amor y paz.

Monseñor Warda explica que en 2003, los cristianos de Irak eran un millón y medio, y alcanzaban el 6 por ciento de la población. Hoy, en 2019, solo quedan 250 mil, y los que quedan, dice, deben estar preparados para el martirio. La violencia y la discriminación contra los inocentes debe cesar.

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