La reflexión de Antonio Pelayo sobre el contundente mensaje del Papa Francisco a las élites económicas

El Foro Mundial de Davos se ha celebrado estos días en Suiza 

Redacción Religión

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Durante la celebración del Foro Mundial de Davos que tuvo lugar en Suiza, el Papa Francisco recordó mediante un mensaje que el deber moral de los países más prósperos y de las empresas más poderosas es cuidar unos de otros y situar a la persona en el centro de las políticas.

Así las cosas, instaba a la cúpula mundial financiera y política que a dejar de lado la búsqueda del poder y de las ganancias en favor de la búsqueda equitativa de soluciones para el mundo. A juicio del Sumo Pontífice, con demasiada frecuencia las visiones materialistas conducen a prácticas motivadas únicamente por el interés propio.

A este mensaje del Santo Padre hizo alusión el periodista Antonio Pelayo en el comentario que cada domingo ofrece en 'Iglesia Noticia' de COPE: “Desde hace 50 años, en Davos se reúne la cúpula mundial de la política y la economía para discutir la situación global y proponer algunas soluciones. Últimamente la Santa Sede participa oficialmente en los debates. El cardenal que preside el Dicasterio para el desarrollo del Humanismo Integral ha sido quien ha representado al Papa en esta cita de Davos, en el que en un breve texto, Francisco subrayaba que la persona debe estar en el centro de las políticas públicas, lo que atañe a políticos y grandes empresas”.

Pelayo ha recordado que la cumbre ha estado dominada por el debate sobre el cambio climático, donde Greta Thunberg y Donald Trump han protagonizado dos posturas antagónicas: “El Santo Padre, en su Encíclica Laudato si', llamaba la atención sobre una ecología integral que de por sí convocaba a las potencias políticas y económicas a impulsar unas medidas más integradoras. El Santo Padre espera que las discusiones de estos días conduzcan a una mayor solidaridad hacia los más necesitados que experimentan la injusticia social y económica, y cuya existencia misma está incluso amenazada. Cabe desear que la suya no sea, una vez más, una voz que clama en el desierto”.

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