Carta del obispo de Ciudad-Real: «El seguimiento de Jesús, un seguimiento radical»

Gerardo Melgar reflexiona hoy sobre el Evangelio dominical y las exigencias y condiciones que se requieren para ser un verdadero seguidor de Jesús

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En el seguimiento de Jesús no vale todo. Hoy, nos encontramos con muchos cristianos que han hecho un seguimiento de Jesús a su medida, de tal manera que casi no se parece en nada a lo que

Cristo nos pide a sus seguidores.

Podemos decir que hay seguidores de Jesús de todas clases y exigencia:

• Están quienes un día recibieron el bautismo porque sus padres le llevaron a la iglesia a bautizar, pero su bautismo no ha significado prácticamente nada, porque están viviendo su vida al margen de Dios, como si Dios no existiera

• Hay otros que han hecho del seguimiento de Cristo una reducción a lo imprescindible, han recibido los sacramentos, van alguna vez a la Iglesia, no tienen nada en contra del seguimiento a Cristo, pero tampoco nada a favor, y por lo mismo, su cristianismo lo reducen a lo mínimo imprescindible para decir que son cristianos.

• Otros son los que se han tomado en serio a Jesús y su mensaje y tratan de hacerlo realidad en su vida, teniendo lo que Cristo les pide como la norma principal de su vida. Se trata de personas normales, que se preguntan cada día y en cada momento y circunstancia de su vida: ¿Qué es lo que Dios me pide en este momento? Y tratan de responder, comprometiendo su vida con el mensaje evangélico, intentan dar testimonio y tratan de comunicar su fe a las generaciones futuras. Podríamos decir que en estos tres tipos definimos las actitudes de la mayoría y nos dan pie para preguntarnos cada uno hoy, ante la palabra del evangelio, si estamos en línea con lo que Jesús pide a sus seguidores o nos hemos inventado un seguimiento de Jesús que no existe ni tiene que ver con el que Jesús nos propone.

Jesús, en el pasaje del Evangelio de San Lucas que leemos este domingo en la eucaristía, pone clarísimamente las exigencias y las condiciones de su seguimiento:

• A aquel que le sale mientras iban de camino y le dice: «Te seguiré donde quiera que vayas», Jesús no lo engaña, sino que le dice las cosas muy claras para que sepa lo que va a hacer y dónde se va a meter: «Las zorras tienen madriguera y los pájaros nido, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza». Es decir, le previene y le dice que su seguimiento es exigente, que no

vale solo la buena voluntad de un momento, sino que se le pide desprendimiento y ponerse en las manos de Dios y a su servicio de verdad.

• Al otro a quien el Señor le llama y le dice: «Sígueme», y él le contesta que le deje primero que entierre a su padre, Jesús le contesta: «Deja que los muertos entierren a sus muertos». Es decir, nada debe retardar el seguimiento, cuando uno se siente llamado por el Señor, debe seguirlo, dejando todo lo demás, porque el seguimiento de Jesús debe ser para él lo único importante.

• Aquel otro al que le dijo: «Te seguiré, Señor, pero déjame primero despedirme de los de mi casa». Jesús le contesta: «Quien pone la mano en el arado y vuelve la vista atrás no vale para el Reino de Dios». Es decir, quien recibe la llamada de Dios y comienza a seguirlo, pero sigue pensando en sus cosas, en lo que ha dejado, en sus intereses, incluso en su familia, no vale para el Reino de Dios. Seguir a Jesús supone dejarlo todo y seguirlo solo a él, porque él es el tesoro escondido, que cuando se descubre no importa tener que vender todo lo que uno tiene con tal de poseer dicho tesoro. El seguimiento del Señor no puede ser cualquier cosa ni de cualquier manera. El seguimiento de Cristo es un seguimiento radical, que supone abandonar todo lo que compone su propia vida, para entregarse del todo y únicamente a seguir y servir al Señor.

Tal vez a alguien le puede parecer demasiado exigente y difícil, pero tenemos que pensar que no estamos solos en nuestra vida, que el mismo Señor que nos llamó a seguirle nos va a dar todo cuanto necesitamos para responderle generosamente, porque Cristo no solo llama, sino que ayuda a responder.


+ Gerardo Melgar Viciosa

Obispo de Ciudad Real


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