Carta pastoral del obispo de Tarrasa: «El miedo»

Salvador Cristau Coll reflexiona en su carta pastoral sobre la confianza que nos pide Jesús que tengamos en Él para poder vivir en paz y sin miedos

Salvador Cristau Coll

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“No tengáis miedo de los hombres. No hay ningún secreto que tarde o temprano no sea revelado; no hay nada escondido que tarde o temprano no sea conocido” leemos en el evangelio de este domingo (Mt 10, 26).

Todos tenemos miedos. Pero podemos preguntarnos ¿por qué? ¿De qué tenemos miedo? ¿Es bueno o es malo tener miedo? Afirman los expertos que el miedo es una emoción, una de las emociones básicas de los seres humanos, como pueden ser también la ira, la alegría, el asco, la tristeza y otros. Forma parte de las reacciones que tenemos en común con el resto de los seres vivos.

En principio no es malo tener miedo, porque esta emoción mantiene alerta ante posibles peligros, pero puede llegar a ser un sentimiento muy negativo y doloroso cuando se convierte en una obsesión, en un no vivir, como decimos a veces. Todos hemos tenido alguna vez la experiencia del miedo. Los niños tienen miedo a la oscuridad, a estar solos, los adultos tenemos otros miedos como pueden ser el miedo al futuro, a perder la salud, a ser rechazado por los demás, a no ser aceptado.

En fin, habría una larga lista de situaciones reales o imaginarias que pueden producir la reacción o la sensación del miedo. Sin embargo, hoy querría reflexionar sobre un miedo más sutil, escondido, pero que puede paralizarnos en nuestro crecimiento espiritual como cristianos. Es el miedo a que Dios nos pida algo que no estamos dispuestos a darle, o a perder nuestras seguridades. Hay quien teme al castigo, en lugar de arrepentirse y pedir humildemente perdón a Dios. Es cuando desconfiamos de Dios, de su misericordia, de su omnipotencia. Entonces preferimos confiar más en nosotros mismos, en nuestros criterios y opiniones que en lo que Dios nos propone.

Pero la insistencia de Jesús en los evangelios es siempre que vivamos en paz, que confiemos en Él. Cuando fue hacia los apóstoles caminando sobre las aguas del mar de Tiberíades ellos se asustaron, y les dijo: “¡Coraje! Soy yo. ¡No tengáis miedo!” (Mt 14,27). Y también cuando dijo: “Que vuestros corazones se serenen. Creed en Dios, creed también en mí” (Jn 14,1).

San Pablo lo recoge también diciendo: “No os inquietéis por nada. En toda ocasión acudid a la oración y a la súplica y presentad a Dios vuestras peticiones acompañadas de acción de gracias” (Fil 4,6).

Recordemos finalmente las palabras de papa Benedicto XVI en su homilía de la Misa del inicio de su Pontificado el 19 de abril de 2005 citando palabras de San Juan Pablo II: “En este momento i recuerdo vuelve al 22 de octubre de l978, cuando el papa Juan Pablo II inició su ministerio aquí en la Plaza de San Pedro. Aún, y continuamente resuenan en mis oídos las palabras de entonces: “¡No tengáis miedo! Más aún, ¡abrid de par en par las puertas a Cristo!... ¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo”.


+ Salvador Cristau Coll

Obispo de Tarrasa


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