La reflexión del obispo de Cartagena en 'Camino de Pascua': "El camino luminoso pasa antes por la Cruz"

Mons. José Manuel Lorca ha compartido su mensaje sobre este periodo de Cuaresma, en el que ha reivindicado la fe de Abraham como "origen de la gran bendición sobre todos nosotros"

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TRECE ha vuelto a invitar a la audiencia a participar en la preparación de la Semana Santa a través del espacio “Camino de Pascua”, en el que se comparte con los espectadores la Palabra de Dios. Este viernes, 26 de febrero, ha sido el obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes, quien ha reflexionado sobre el Evangelio para renovar la fe, la esperanza y la caridad.

Les deseo la paz. La voz de Dios traspasa todas las fronteras, llega a todo el mundo, a toda la gente que esté bien dispuesta. Incluso a los que tienen los ojos y los oídos abiertos para escuchar, para ver. Porque Dios siempre habla alto y claro. En este tiempo de Cuaresma, vamos a recibir la invitación para oir la voz de Dios y para ver su luz. Pero es necesario subir al monte Tabor.

¿Se han preguntado alguna vez por qué invitó Jesús a estos tres discípulos a caminar junto a Él hacia lo alto de este monte? Tiene un sentido sencillo, porque Cristo ha querido desplegarles el maravilloso proyecto de la historia de la Salvación.

En esta ocasión tiene una razón especial: para que los ojos de los discípulos vieran la luz, y sus oídos escucharan la voz de Dios. En el Tabor, van a participar de un gran regalo que todavía ni se imaginan. Jesús, como buen pedagogo, les irá preparando con tiempo para los acontecimientos que vendrán: su Pasión y la Resurrección.

Esta es la intención del Maestro, fortalecer la fe de quienes le acompañarán en los días difíciles para que tomen nota, que vivan la experiencia de la pasión y la Cruz. Que vean que la Cruz no está ausente en este camino. Es la lección que les ayudará a ser fuertes y no renunciar a la Cruz. En la liturgia de la Iglesia se cuidan todos los detalles para que los oyentes perciban la palabra y cómo Jesús nos prepara en lo esencial. Para aceptar la voluntad del Padre. Porque Jesús siempre busca nuestra salvación.

La palabra de Dios nos propone un gran testimonio de fe este domingo. El ejemplo de un hombre que se ha fiado de Dios sin condiciones, Abraham. Su respuesta fue inmediata. Se fio de Dios y se puso en camino. Su fe le convirtió en peregrino, en nómada. Dios le habló al corazón y le ofreció una meta creíble, y Abraham no necesitó más argumentos. Por eso, lo tenemos como el gran padre de la fe.

El testimonio de este anciano ha sido un ejemplo de obediencia al Señor, y nos sirve para saber que nuestra propia historia encontraremos muchas ocasiones donde nos pondrá a prueba la confianza. La confianza en Dios tiene que ser inquebrantable para nosotros, por el ejemplo recibido de los mayores. El secreto de esta firme decisión está en volver el rostro a Dios, en una verdadera conversión para valorar la fuerza y poder de Dios que nos promete la Vida Eterna.

Abraham ofreció su vida a Dios y aceptó los designios de la providencia que le llevó a dejarlo todo y ponerse en camino. Si añadimos otro matiz a esta respuesta, valoraremos aún más el alcance de su fidelidad. El Señor le pidió el sacrificio de su hijo primogénito, el de Isaac. A propósito de este joven, le había hecho Dios una promesa: bendecirlo porque de él iban a nacer pueblos. El Señor le prmetió también hacer una alianza perpetua. Dios, que le pidió a Abraham renunciar a su pasado y ponerse en camino, ahora le pide que renuncie al futuro, que sacrifique al hijo de la promesa, y Abraham obedeció. Esto es fe.

Pero el Señor, cuando iba a consumar el sacrificio, le detuvo la mano. Esta es una fe probada y la gran misericordia de Dios. Por la radical fe de Abraham. La fe de Abraham es el origen de la gran bendición sobre todos nosotros.

Pensemos en la suerte que tenemos de haber recibido el mayor de los regalos: el Bautismo. Cuando fuimos bautizados, renacimos a la vida en Dios, nos perdonó los pecados, nos incorporó a la Iglesia y nos pone una meta fantástica: la Santidad.

Dios sale a nuestro encuentro y es importante saber que el caso de Abraham no ha sido único en la Historia. Dios sale cada díaa tu encuentro, te habla al corazón. La acción de escuchar la palabra nos permite madurar en la fe. Abraham, con fe madura, se puso en camino. Tu vida está abocada a una respuesta y la pregunta es... Cómo estás respondiendo?

El Padre Dios se ha comprometido con nosotros y lleva en sus manos para regalarnos una historia de amor, de perdón y de salvación. El Señor está cerca y contamos con su amor fiel. Por eso, fuera temores. Si Dios está con nosotros nadie te puede hacer daño. Cristo, subido en la Cruz, nos defiende de todo mal, cura los dolores y nos ofrece la salvación eterna. Es la puerta que abre a la persona a la eternidad.

La mirada alrededor nos lleva a conocer el panorama de la vida. ¿Os habéis preguntado por qué hay muchos que se afanan tanto por conseguir riquieza siendo causa de tanto sufrimiento y ausencia de paz? ¿Por qué la fatiga de los avariciosos? Pretenden llenar sus arcas pero están lleno de temores: la respuesta a estos interrogantes es que no han conocido a Dios. Sus vidas están vacías y lo quieren rellenar con bienes materiales. Experimentan el vacío y la soledad.

Todos los que se alejan de Dios se sienten afligidos. Las obras del que tiene un corazón helado le debilitan el sentido de la humanidad. Se hace incapaz de ayuda ra nadie porque no puede salir de su soledad. En este momento hay que escuchar las palabras del Papa Francisco en su mensaje de Cuaresma: “Únanse a nosotros para invocar juntos a Dios, para ayunar juntos y entregar juntos lo que podamos, como ayuda a todos los hermanos”. Es un mensaje fantástico.

Únanse a sumarnos a estos tres discípulos y subir al Tabor con Jesús. Será una gran experiencia al participar en el esplendor de la gloria de Dios. Escucharán la voz del Padre. La promesa a nuestros antiguos padres se ha cumplido en Jesús.

Su palabra es la verdad. Jesucristo es a quien hay que escuchar. Los discípulos se convirtieron en testigos de la gloria de Dios a favor de toda la humanidad, y el Señor se manifiesta aquí como el maestro y el verdadero templo del encuentro. En el Evangelio de San Marcos, un poco antes de la transfiguración, Jesús les anunció a los discípulos la Pasión y la Cruz por la que tenían que pasar. Aquellos que estaban oyendo que Jesús les hablaba de la Cruz no se habían intentado de nada. Solo Pedro saltó inmediatamente porque no sabía el motivo por el que Jesús iba a pasar por el sufrimiento y pasar por la Cruz.

Trató de disuadirlo porque no quería verle sufrir. Por eso, el Maestro emprende el camino hacia el monte. Esta incomprensión de ellos. Jesús quería explicarles lo esencial, que el camino luminoso pasa antes por el escándalo de la Cruz.

La Pasión de Cristo es un misterio de sufrimiento pero también de amor. Es el éxodo que nos abre la puerta de la libertad, hacia la Resurrección, la salvación y la victoria sobre el mal. La vida es compleja y con frecuencia y te encuentras con temores, desiertos, las influencias del mal, tus pecados...y la transfiguración nos rescata de las garras de la desesperanza.

En esta Cuaresma Dios pide que escuchemos, guardemos silencio, que pongas paz en tu interior. Si te sientes incapaz y crees que esto no va contigo y la caridad se ha apagado, en el corazón de Dios todo esto está vivo y nos da opotunidades nuevas para amar de nuevo.

Como discípulos de Cristo tenemos que hacer nuestra la victoria del Señor. Esto se hace renovando el Bautismo. Como bautizado, si quieres que Cristo reine en tí, debes seguir fielmente sus enseñanzas. Debes vigilar para que el adversario no recupere trerreno sobre ti. Hay tres medios para ello: la oración, la limosna y el ayuno.

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