El obispo de Guadix reflexiona sobre su visión de la Cuaresma: "En la cruz está la vida y el consuelo"

Don Francisco Jesús Orozco reflexiona sobre la pasión de Cristo cuando nos anuncia su pasión como único camino para la vida

Redacción Religión

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La Cuaresma sigue avanzando. Este miércoles completamos la segunda semana de este periodo especial para el mundo cristiano. Un miércoles de Cuaresma en la que el obispo de Guadix, Don Francisco Jesús Orozco, ha querido dejar un mensaje a modo de reflexión sobre el Evangelio de este 11 de marzo para los usuarios de COPE.es

“Miércoles de la segunda semana de Cuaresma: subamos con Jesús a JerusalénDe nuevo Cristo hoy nos anuncia su pasión como único camino para la vida. La palabra de Dios nos habla de la oscuridad del dolor, del dolor incomprensible, del justo al que se le paga con mal el bien que ha hecho. El justo por antonomasia es Jesús; pero también nos habla de confianza, de esperanza ilimitada en Dios, que jamás defrauda.

Jeremías, en la noche terrible del dolor incomprensible, donde los que buscan su mal parecen triunfar, grita su oración: “Señor, acuérdate que estuve en tu presencia intercediendo en su favor para apartar de ellos tus enojos”. Llama a Dios, como queriéndolo forzar para que acuda en su socorro. ¿Es que se paga el bien con mal? El corazón de Dios es siempre el refugio del inocente.

En el salmo, el afligido es anónimo, podemos ser tu y yo. ¿Quién no ha sentido la herida intensa de la traición, el dolor inmenso de la injusta calumnia, la angustia de la decepción? "Oigo el cuchicheo de la gente y todo me da miedo". Sin embargo, la debilidad es el punto de encuentro con el Señor que salva.” Tus heridas nos han curado”. El miedo se afronta con la memoria de Dios que no abandona al justo a su suerte: "Tú eres mi Dios, en tu mano están mis azares".

No estamos a merced de la maldad ni de los acontecimientos de este mundo. No somos una barca en medio del oleaje sin nadie que la gobierne. Cristo está con nosotros: No somos hijos del destino casual sino de un amor providente.

Nosotros, como los discípulos en el Evangelio, no entendemos las palabras del Señor: no aceptamos un Dios que salva sufriendo y nos paraliza para adentrarnos en la espesura de la noche del dolor: "El Hijo del Hombre va a ser entregado a manos de los sumos sacerdotes y escribas para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen y al tercer día resucitará”. Somos la madre de los Zebedeo: Dios hablando de amor que duele hasta la cruz y el hombre buscando prestigio y felicidad de arena.

Los apóstoles se enfadan: quizás les apetecían lo mismo. Nuestros enfados hablan tanto de nosotros. El Señor entonces les da la lección que aún no hemos aprendido: “El que quiera ser el primero tiene que ser el servidor y el esclavo de todos, porque El Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos”.

Cuaresma: Aspiremos, a servir como Cristo, dando la vida por los demás. El primer puesto a la derecha o a la izquierda, no es otro, no puede ser otro, que el de la cruz. Sabiendo, en palabras de Santa Teresa que, "en la cruz está la vida y el consuelo, y ella sola es el camino para el cielo."

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