Religión

Òscar Martí

Periodista de la Archidiócesis de Barcelona

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Camino a la santidad

Este 10 de noviembre, en la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona, se celebrará una Eucaristía en la cual se declarará beatos a dieciséis mártires

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Este 10 de noviembre, en la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona, se celebrará una Eucaristía en la cual se declarará beatos a dieciséis mártires de las congregaciones de San Pedro Ad Vincula, de las Hermanas Capuchinas de la Madre del Divino Pastor y de las Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones, cuya Causa se inició en la ciudad condal hace unos 17 años.

En la Iglesia católica se dan este tipo de celebraciones en las cuales se declaran beatos a cristianos cuyo martirio ha sido demostrado conforme a las normas de la Congregación para las Causas de los Santos.

En las últimas décadas, desde Roma se ha animado a estudiar de la muerte violenta de personas por el hecho de ser cristianas, de ser personas de Iglesia. También hemos visto como últimamente crecía el número de causas, algunas de las cuales ya finalizadas y otras en plenos trámites.

La Causa que nos ocupa detiene en su composición unas connotaciones peculiares que merecen ser destacadas. Integra a miembros de tres congregaciones y tres laicos. Entre ellos hay sacerdotes, personas consagradas y laicos; jóvenes y gente mayor; estudiantes, obreros, padres de familia y educadores.

Ofrece un abanico de posibilidades para encontrar el modelo a seguir, el protector a quien acogerse o el evangelizador al que escoger. Ellos mostraron sencillez de vida, fortaleza en la persecución y fidelidad hasta la muerte. Cuentan que al más joven, de veinte años, le ofrecieron no matarlo si profería alguna blasfemia o renunciaba a la vida religiosa. Por su juventud, su muerte fue más prolongada y dolorosa. Y de cada uno/a se podrían subrayar matices de admiración.

La beatificación de estos mártires supone para la Iglesia barcelonesa un motivo de alegría por haber salvado del anonimato a estas personas que, por su adhesión a Jesucristo, entregaron sus vidas.

Todos los que ofrendaron sus vidas en defensa de su fe son el bello rostro de la Iglesia. Se quiere ofrecer esta imagen de la Iglesia, la verdadera, en fidelidad y en servicio.

Que aprendamos la lección de la historia y compartamos lo que somos y tenemos en una sana y respetuosa convivencia. Que el ejemplo de estos mártires sea memoria viva para la Iglesia.

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