"Aunque nos parezca mentira, este tiempo “diferente” nos ha dado buenas noticias”

La Responsable Gabinete de Presidencia de Cáritas Española recalca el buen hacer de la sociedad española en este año tan complicado vivido como consecuencia de la pandemia

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Queridos amigos, en este inicio, del mes de marzo, a pocos días de que la primavera se haga realidad y caminando por esta Cuaresma “especial” que el Papa Francisco nos ha dicho que vivamos cultivando la esperanza y la fraternidad, les saludo. Esa esperanza y fraternidad que el Papa ha hecho realidad en su viaje a Irak, modelo, ejemplo vivo de reconciliación y concordia. Testimonio explícito de que la voluntad de unirse es siempre más fuerte de la de separarse.

En estos días también celebraremos un año de este tiempo “nuevo”, donde los abrazos se volvieron un recuerdo, donde dejamos a muchas personas queridas en nuestro corazón para siempre. Donde el miedo y la inseguridad nos ha condicionado, en muchos casos, a no estar cerca de lo que más queremos y preguntarnos, una y otra vez, cuándo llegaría alguna “buena noticia”.

Y es ahí, en este caminar de Cuaresma, paso a paso, que me he propuesto recordar cada Buena noticia que Dios nos ha regalado:

Los médicos y sanitarios que nos han cuidado a los enfermos de covid y a los que nos hacíamos las revisiones de todos los años. Han seguido haciendo todo y más de lo que podían, los que aceleraron sus investigaciones para que en tiempo record tuviéramos vacunas.

Los que salieron a la calle, se ofrecieron, se comprometieron con todas las seguridades que se podía para ayudar en todo, a aquellos que más lo necesitaban.

Los periodistas y medios de comunicación que informaron, sin descanso y con rigor preciso, sin falsas alarmas, buscando la verdad de lo que estaba pasando y ahí siguen, a pesar de las críticas, ajenos a los elogios, haciendo lo que deben hacer: cumplir con su principal objetivo, que es informar de la verdad objetiva.

A las muchas iniciativas que han surgido para cambiar las cosas, dispuestas a unirse. A pesar de tener que ceder, negociar, tender manos y encontrar puntos de encuentro.

A los directivos, empresarios que se ofrecieron para ayudar en lo que fuera y a los que están resistiendo, contra viento y marea, para que sus negocios no cierren, poder mantener a sus familias y que no se pierdan más puestos de trabajo.

Los que no han tenido miedo a reinventarse, aceptar nuevos retos, aprender, empezar de nuevo.

Los políticos, los hay, que no buscan lucrarse, si no defender el verdadero sentido del servicio público al que están llamados.

Las iglesias, parroquias, oraciones improvisadas y preparadas que estuvieron y están cerca de todos, para lo que haga falta.

Los vecinos y amigos que buscaron la forma de encontrarse, de ayudarse, de sentirse cerca.

Los jóvenes que respetaron, por encima de todo, las normas por no poner en peligro a sus mayores, construyendo un red inmensa, fuerte y franca de solidaridad y apoyo, como son ellos.

Los niños que nacieron y que vendrán en esta pandemia.

Los peques que se despiertan y se ponen su mascarilla, sin que nadie les diga nada, porque piensan, siempre, en no contagiar a sus abuelos, pero que siguen sonriendo y tirando besos al aire como si fueran verdaderas estrellas que nos harán renacer.

Las películas que se han hecho y que han dado la oportunidad de llegar a ser finalista en un importante certamen, a un amigo del alma y buenísimo músico en una gran historia, que habla de una travesía especial desde un continente maravilloso que estamos dejando sin oportunidades, uniendo nuestros mundos y demostrando, una vez más, todo lo que debemos de aprender juntos, los unos de los otros.

Aquellos que persiguieron y siguieron creando cultura: librerías, escritores, cineastas, actores, teatros, etc.

Ayer alguien decía que España es un país donde su gente está, por encima de todo, presta a amar. Doy gracias por sentirme parte de todo esto. En este camino de Cuaresma, con fe, esperanza fraternal de la que se construye en el día a día escuchando al otro, sabiendo de su vida, compartiéndola, en esa Cruz que decía León Felipe: “Sencilla, carpintero, que tenga brazos que abracen a todo el mundo “les dejo, en su protección compartida con todos, con la certeza de que todo pasará y, que aunque nos parezca mentira, este tiempo “diferente” nos ha dado “Buenas noticias”, siempre en forma de personas que se entregan, que aman, que son valientes, coherentes y comprometidas, que hacen lo que creen que se debe hacer.

Mientras llega ese final, piense alguna vez en ellas. Cada uno de ustedes son una buena noticia, se lo aseguro, existen, son ciertas y pasan. Se lo debemos a todos aquellos que se han quedado en el camino, en nuestro país y en el mundo, con la dignidad de hacer frente a algo desconocido, que les arrebató la vida en pocos días, a veces con la compañía y consuelo de muchas personas que fueron para ellos buena noticia. De todo corazón, y como nunca, Feliz Pascua de Resurrección, vamos juntos en el camino hasta llegar a ella.

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