El emocionado testimonio de un padre de familia al referirse a su hija con discapacidad intelectual

Pese a superar los setenta años, Luis cuida cada día de ella junto a su mujer

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Luis se jubiló hace unos años, aunque ello no implique que haya dejado de trabajar a sus 74 primaveras. En 2020 su panorama apenas variará. Más bien todo lo contrario. Junto a su mujer, cuidan de su hija de 46 años, que padece una discapacidad grave fruto de una parálisis cerebral que se produjo durante el parto. Desde primeras horas de la mañana, ambos desempeñan las tareas diarias: “Por la mañana tenemos que vestirla, que bañarla, darle de desayunar... y ya enseguida la recogen en un furgón para desplazarla al centro de día del que dispone la Asociación de Atención a Personas con Discapacidad Intelectual en Albacete.”

A las cuatro y media de la tarde, su hija regresa a casa. Hay que ponerse las pilas: “Primero la acostamos a dormir la siesta un rato, y luego nos vamos a visitar a los nietos, damos un paseo, le ponemos música para estimularla y la damos de cenar. A las diez y media la acostamos. Y todo lo hacemos sin ayuda mi mujer y yo. Pero lo hacemos encantados, porque es nuestra hija.”

Pese a que el matrimonio goza de buena salud, son conscientes de que las fuerzas empiezan a flaquear: “En general estoy bien. Tengo una vena coronaria obstruida, pero el corazón funciona correctamente con el tratamiento. Llevo una vida normal, sin grandes esfuerzos. Mi mujer está muy sana.”

Pero, antes o después, necesitarán ayuda: “Muchas veces se nos pasa por la cabeza pedir ayuda, porque hace diez o veinte años nos costaba menos. Necesitaremos colaboración externa antes o después, pero yo soy partidario de que sea atendida en casa, bien con nosotros o buscando una persona o pariente que nos eche una mano.”

Y es que las ayudas públicas son escasas: “Tan solo nos corresponde la asistencia al centro de día de acuerdo con la Ley de Dependencia.Hasta el año 2013, percibíamos también una prestación en concepto de ayuda a domicilio por ser cuidadores no profesionales. Pero con los recortes, no era compatible disponer de las dos subvenciones".

Mientras esas prestaciones llegan, tienen previsto adquirir una grúa para facilitar las tareas: “Sería sobre todo para cuando a mí me falten las fuerzas. El baño y su habitación están adaptados, pero para poder subirla a la cama con más comodidad, por ejemplo, nos vendría bien.”

Pero lo que verdaderamente toca la patata a Luis es cuando se refiere a sus otros tres hijos, y la relación tan entrañable que mantienen con su hermana: “Son ya mayores y cada uno tiene su vida. Pero cuando les necesitamos siempre están ahí, y dispuestos a quedársela cuando nosotros salimos. La quieren mucho. Confío mucho en ellos. Sé que mi hija estará en buenas manos cuando no estemos.”

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