El gesto de una perrita tras la muerte de su dueña que dejó a todos sin palabras

La perrita Luna mostró de una manera muy especial lo que sentía por su dueña

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Magdalena era una anciana que vivía sola en un bloque de pisos de Toledo junto a su perrita Luna. Falleció en 2014 como consecuencia de su avanzada edad. Su marido había muerto unos años antes como consecuencia de un infarto. El matrimonio no tuvo hijos, por lo que Magdalena solo tenía a su mascota consigo y por supuesto, a la Virgen del Valle, que cada tarde del 1 de mayo procesiona en Romería por los alrededores de su ermita. Magdalena era devota de esta Virgen. Cada vez que rezaba o pedía por alguien, se encomendaba a ella.

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De aquello podía dar buena cuenta una pequeña que tuvo muy buena relación con la anciana en los últimos años de su vida. Se trataba de Sofía, la vecina que por aquel entonces tenía unos siete años de edad que vivía con sus padres en el tercer piso. Cada tarde, Sofía asistía a su casa para hacerla compañía. Jugaban con la perrita Luna, al parchís o a las cartas. "Siempre me hacía trampas", recordaba Sofía, hoy ya una joven adolescente.

Era su "tercera abuela"

Las tres pasaban cada tarde juntas. Se hacían compañía mutuamente. Sofía incluso llegaba a decir que era como su tercera abuela. Sin embargo, la salud de Magdalena era ya delicada. Apenas podía caminar como consecuencia de los problemas que arrastraba en la pierna. De hecho, cada día asistía una conocida para limpiarle la pierna de sus heridas y vendarla. Además, su corazón estaba delicado. Pese a todo, siempre mantuvo una sonrisa hasta el final de sus días.

Con frecuencia, Magdalena rezaba por las tardes ante la Virgen del Valle. Pedía por todos: por ella, por Sofía, por sus familiares y por supuesta por su perrita. Fue Magdadena además quien enseñó a Sofía a rezar y quien le inculcó esta devoción por la Virgen del Valle. "Todos los años voy con mis padres a la Romería". Aunque su madre matiza con una risa picarona: "Ya en el último año prefirió irse con los amigos".

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Magdalena se despidió de este mundo sin hacer ruido

Este vínculo especial entre Sofía y Magdalena se vio truncada un lluvioso día de octubre, cuando Magdalena, sin hacer ningún ruido, no despertó. Nadie hacía presagiar su inminente fallecimiento. La noticia cayó como un jarro de agua fría a Sofía, que no podía dejar de llorar. Había perdido a su "tercera abuela". Era la primera vez que la pequeña se topaba con la muerte.

Una vez conocida la noticia, uno de los hermanos de Magdalena se presentó en el hogar para hacerse cargo de los trámites. Los padres de Sofía también se acercaron a la vivienda, aunque su hija se quedó en la casa. Una escena demasiado dura para una niña de tan corta edad. Lo ocurrido en aquel momento en el inmueble dejó helado a los allí presentes.

La protagonista fue la perrita Luna, que portaba entre sus dientes la estampa de la Virgen del Valle para colocarla en la mesilla que había ubicada en la entrada del hogar. Es como si Luna no quisiera que los familiares de Magdalena se olvidaran de la Virgen que tanta fe y esperanza dio a su dueña a lo largo de su vida.

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Como no podía ser de otra manera, el hermano de Magdalena se hizo cargo de Luna, mientras que Sofía decidió quedarse para sí la estampa de la Virgen del Valle, como recuerdo a su querida "abuela".

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