El guardia civil que luchó contra ETA y que ahora es sacerdote

Creció en una casa cuartel, su padre fue oficial de la Guardia Civil y actualmente, Pablo Lucena, es sacerdote

Víctor C. Bustillo

Tiempo de lectura: 2’

Pablo Lucena, tiene 51 años y está vinculado a la iglesia de San Juan del Hospital (Valencia) y además es guardia civil. De pequeño, vivió en una casa cuartel de Baena (Córdoba) y su padre fue oficial. 

Cuando tenía 15 años, Pablo Lucena se debatió entre dos vocaciones: servir a su país o ser sacerdote. Finalmente, se decidió por formarse para ser Guardia Civil, mientras además compaginaba su trabajo con ser numerario del Opus Dei. Ya en la Benemérita, fue destinado a Murguía y Llodio (Álava),  en esos "Años de plomo", combatió duramente a la banda terrorista ETA.

Después fue destinado a Algeciras y como teniente de la Guardia Civil persiguió el narcotráfico: “Estuve en dos destinos, a cada cual más interesante. Primero estuve mandando en los cuarteles de Murguía y Llodio, en Álava, de julio de 1993 a noviembre de 1995. Después marché a Algeciras... mandé la unidad de información... pude conocer de primera mano las miserias del terrorismo y del narcotráfico”, asegura Pablo en una entrevista para el semanario Paraula.

A pesar de tener una trayectoria impoluta en la Guardia Civil, su vocación al sacerdocio volvió, así que decidió consultar a Monseñor Javier Echevarría, prelado del Opus Dei. Durante un tiempo, estuvo discerniendo su posible vocación, hasta que se dió cuenta de que estaba llamado al sacerdocio.

En una vídeo-entrevista para la Archidiócesis de Valencia, explica como decidió 'cambiar de planes': “En Roma lo estuve sopesando con calma, le dije que estaba dispuesto a ser sacerdote...descubrí mi vocación... me pasó como a tantos numerarios, como también le pasó a la Virgen María. En su primer “Si” a Dios Padre estaba todo incluido ¡incluso un cambio de planes! En la cruz, Jesús le pidió que fuera nuestra Madre”.

Por fin, anunció su intención de cambiar el uniforme de la Guardia Civil por el alzacuellos. Sus compañeros de la Benemérita quedaron impresionados: “Algún compañero de Tarifa me hizo llegar el comentario... que era una pena, con la carrera que llevaba en el Cuerpo”, cuenta el sacerdote. 

Cuando Pablo se lo comentó a su familia: “Fliparon, me apoyaron felices, no se lo esperaban... mi hermano Juan quiso asegurarse de que no era una decisión del momento”. Aunque no lo sabía, su hermano se lo comentó a su jefe de la Comandancia. Su jefe, cuando habló con él, le dijo que se tomase un tiempo discerniendo su vocación.

El 1 de septiembre de 2002 fue ordenado sacerdote, en Torreciudad, por don Javier Echevarría.

Pablo Lucena se siente feliz sirviendo a Dios y a España como sacerdote: “Esta mañana, por ejemplo, he “traído” a Jesús a España... el Señor me usa para renovar el sacrificio de la Redención... también es muy satisfactoria la confesión. Ahí estás cara a cara con las profundidades de la otra persona... labor muy dedicada, pero muy bonita”, afirma en la entrevista.

Sigue siendo Guardia Civil, al menos de corazón. Al permanecer en excedencia, sigue vinculado a la Benemérita. Explica que, su vocación como agente “era absoluta” y sigue llevando el tricornio en el alma.

Actualmente, está atendiendo en San Juan del Hospital, tanto a universitarios  como a jóvenes profesionales. También ayuda a feligreses que padecen enfermedades, llevándo la Sagrada Comunión a sus casas. También está escribiendo un libro para orar con el Evangelio.

Cuando le entrevistaron, le pidieron un consejo ¿Cómo aconsejar a un joven que discierne su vocación? “Qué lo hable con Jesús en la oración... que lo hable con quien le pueda ayudar... que confíe en el plan que Dios Padre tiene para su vida... que experimente la felicidad de darse a los demás con generosidad... que decida sin miedo... y que procure no agobiarse, porque el peso del mundo lo soporta Jesús”.

Relacionados

Religión